[Opinión] Cuidarte es cuidar a todos

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Por: Juan Thompson. Director General de la Asociación Latinoamericana para el Autocuidado Responsable (ILAR)


Tal vez la mayor lección que sacaremos de esta época de Covid-19 es que, si cada uno hace su parte, podemos cambiar el todo. No es que esto sea un descubrimiento, después de todo, hay millones de ejemplos en todo el mundo que muestran exactamente eso. Cada cuidado genera un reflejo y se multiplica. El aislamiento social impuesto por esta epidemia lo confirma en las curvas de los gráficos que aprendimos a entender.

También aprendimos que, si cuidamos nuestros espacios, nuestra salud, estaremos generando una reacción en cadena en el colectivo. A medida que la gente respeta el distanciamiento, usa máscaras y se lava las manos, otras personas dejan de contaminarse con el virus. En otras palabras, el autocuidado tiene un impacto. Y, actualmente, ha demostrado ser aún más relevante.

El autocuidado es una práctica estimulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se refiere a una actitud activa y responsable con respecto a la calidad de vida. El concepto se definió por primera vez en 1983, aunque se conoce desde hace mucho tiempo con otros nombres. La idea llevó a la creación del Día Internacional del Autocuidado (24 de julio), una fecha que marca la importancia de estar atento a la propia salud y cuidarse las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Cuando recordamos que el autocuidado de la salud debe estar vinculado a la teoría de la prevención de la salud, y cuánto contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas, además de ayudar a la sostenibilidad financiera del sistema de salud, podemos hacer un paralelismo con el momento actual que estamos viviendo.

Una de las consecuencias más crueles de esta pandemia es la súper ocupación de los hospitales y la falta de recursos. Si el autocuidado, un concepto que implica el uso de medicamentos de venta libre, fuera una práctica más extendida y aplicada, amparada en una política pública, el escenario podría ser diferente. Generaríamos una economía evitando consultas médicas innecesarias, que le darían un respiro a los sistemas que viven sobrecargados incluso fuera de la epidemia que asola al mundo. El autocuidado genera una “cadena del bien” que demuestra ser sostenible, segura y completamente posible.

Hay estudios que lo demuestran. Uno de ellos fue realizado por la Asociación Latinoamericana de Autocuidado Responsable (ILAR), y aporta cifras relevantes en América Latina analizando cuatro enfermedades no graves (resfriado, diarrea, candidiasis y dolor de espalda).

Otro factor que tenemos que considerar es el ecommerce, que durante estos tiempos se ha transformado en un gran aliado. A través de este, siempre que esté amparado por una farmacia o un proveedor aprobado por la autoridad sanitaria, es posible ampliar el acceso a medicamentos de venta libre, lo que, en tiempos de pandemia, se vuelve de gran ayuda para personas que viven en sectores bajo aislamiento social y con restricciones de viaje.

Aquí hay que hacer un paréntesis importante: los medicamentos de venta libre son seguros, pueden ser administrados por el propio paciente, indicados por un farmacéutico y han sido probados al igual que todos los medicamentos.

Por último, que la lección que estamos recibiendo en este momento no desaparezca con la mejora de las condiciones post epidémicas. Si practicamos la empatía todo el tiempo, un mundo puede ser mejor con pequeños cambios que den buenos frutos. Es decir, entender que cuando cada uno se cuida así mismo, está cuidando a todos.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

 

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