Un dique verde para el cambio climático

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Por: Manuel Baquedano M. Sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Fundador del Instituto de Ecología Política


A medida que se extiende el sentimiento de fracaso y se hace evidente la incapacidad de la elite política y económica mundial para enfrentar el cambio climático, son los mismos hechos los que van instalando el nuevo eje de gobernancia global. La era del Antropoceno se expresa en la gestión democrática o autoritaria de la cada vez más probable crisis de la civilización y esta situación es producto de estar viviendo por encima de los límites geofísicos y biológicos del Planeta.

En un extremo podemos encontrar a “los pardos”, aquellos que defienden y promueven por todos los medios su modo de vida sin importar su huella ecológica. En contraposición, surgen también con fuerza otros sectores que están dispuestos a trabajar colaborativamente para disminuir la huella ecológica personal, la de su región y la de su país aunque con ello deban cuestionar a la sociedad de consumo, al motor de la actual civilización. A estos últimos los podemos agrupar y denominar en su amplio espectro como “los verdes”.

Como lo hemos afirmado en otros artículos, este nuevo eje pardo-verde está llamado a sustituir al antiguo eje que predominó durante todo el siglo pasado y que consideramos como azul-rojo (donde se oponían los neoliberales –de derecha- con los neomarxistas –de izquierda-). Hoy podemos decir que estamos viviendo la descomposición acelerada de ese antiguo eje y la emergencia de uno nuevo.

En este contexto, el espectro de fuerzas verdes no puede reducirse a los partidos políticos verdes, propios de una democracia parlamentaria, sino que incluye innumerables expresiones alternativas, organizaciones y movimientos que están emergiendo y que -en último término- se resisten a seguir el camino de la extinción como especie.

El pasado fin de semana debutó en Londres el primer movimiento basado en el uso de la desobediencia civil como forma de combatir el cambio climático. Este movimiento que promueve “la rebelión contra la extinción”, reunió a más de 10 mil activistas que bloquearon los principales puentes de Londres y realizaron una plantación “salvaje” de árboles. En esa misma línea, hace dos meses atrás, el movimiento que propone volver al clima normal, 350.org, hizo una manifestación simultánea en 80 países con la participación de más de 200 mil personas con un mismo objetivo: colocarle un dique de contención ciudadana al cambio climático ya que en los hechos la clase política y económica no está haciendo nada efectivo para detener el calentamiento global.

En nuestra clasificación de “verdes” también están todos los sectores de la sociedad que no creen que esta crisis sea pasajera o cíclica y que la innovación científica y técnica sea capaz de resolverla. Al contrario, más bien creen que se trata, ni más ni menos, de una crisis civilizatoria mayor que conducirá con mucha probabilidades –en gran parte por la falta de voluntad política demostrada por los que nos gobiernan- a un colapso provocado por el aumento de la temperatura y la pérdida de la biodiversidad, en un contexto en el que las energías renovables no alcanzarán para reemplazar a tiempo a las energías fósiles (debemos tener en cuenta que hoy las energías fósiles representan el 80 por ciento de la energía que sostiene a la civilización humana).

Científicos de 197 países agrupados en la ONU han concluido recientemente que la temperatura debe controlarse en 1.5 grados sobre lo normal antes del 2030 si queremos evitar las dramáticas consecuencias del cambio climático. En la actualidad, ya llevamos un aumento de un grado, es decir, sólo nos quedan un margen de 0.5 grados para mantener el control sobre el clima. Si en cambio continuamos como hasta ahora, es probable que alcancemos muy pronto el punto de no retorno, en sólo 12 años más.

De esta forma, así como los pardos se preparan -blindando a sus familias, regiones y países al asegurar su “espacio vital” y defender su modo de vida-; los verdes, como lo hemos señalado, son los sectores de la sociedad que están trabajando para disminuir colaborativamente la huella ecológica con el objetivo de alcanzar un clima normal de 350 partículas por millón (ppm) de CO2 en vez de las 408 ppm que existen hoy, según las estimaciones de la Curva de Keeling.

Los verdes no niegan la posibilidad de que ocurra el colapso. Trabajan para realizar una verdadera revolución ecológica que lo evite. Al mismo tiempo, son conscientes de la necesidad de prepararse para enfrentar el colapso si es que efectivamente tiene lugar y así sobrevivir como especie para poder reconstruir la vida humana bajo nuevos preceptos que configuren una nueva civilización, la que podría ser una auténtica civilización ecológica.

La nueva crisis económica mundial que los economistas vaticinan para fines del próximo año tendrá como detonante profundo la crisis energética de una economía global. Será quizás el inicio de la Era de la Escasez y la podremos enfrentar asumiendo la vía de la simplicidad al desarrollar las habilidades personales y comunitarias que nos permitan ser cada vez menos dependientes de la sociedad de consumo y producir nosotros mismos la mayoría de los bienes y servicios que necesitamos para vivir. Finalmente, de nosotros dependerá que sea pardo o verde el color del futuro.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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