[Opinión] La sustentabilidad como un nuevo modelo de producción

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Por: Rosario Hevia. CEO de Ecocitex


Una de las características más destacadas del ser humano es que es fiel consumidor de diversos productos. Cada consumidor no es igual al otro, por lo que la diversificación del mercado juega un papel importante en las sociedades actuales.

Estos mercados no solo han facilitado la obtención de productos, sino que han creado la necesidad de elegir específicamente cuál comprar. Ya no simplemente se escoge un polerón para abrigarnos de las bajas temperaturas, si no que el consumidor debe elegir entre una gran cantidad de opciones: el color, material, el diseño, la talla, el estampado, la marca, etc. Es aquí donde existe la responsabilidad del consumidor: al momento de comprar un producto, está avalando la cadena productiva detrás de cada uno de ellos.

Cada vez que compramos una nueva prenda, estamos apostando por una marca. ¿Nos hemos preguntado cuáles son las condiciones laborales en el fast fashion para que una prenda tenga un valor tan bajo en el mercado? La mayoría de la ropa que se vende en Chile se elabora en países como China, Vietnam, Bangladesh o India.

Las industrias textiles están compuestas en su mayoría por mujeres, que tras largas horas de trabajo -entre 8 a 10 horas diarias- originan las prendas que a diario usamos. Aproximadamente ganan un euro por hora, sueldo que al fin del mes, aún en estos países, sigue siendo muy precario y está muy lejos de mejorar las condiciones del ingreso, como lo realiza Desafío 10X en Chile a través de la adhesión a compromisos voluntarios de las empresas para incrementar sueldos.

Por otra parte, las industrias textiles son unas de las más contaminantes del mundo según la conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo, ya que la fabricación de sus productos –y para aminorar los costos de producción- está compuesta generalmente de material sintético, donde manufacturar un jeans requiere 10.000 litros de agua, generando un impacto negativo en el medio ambiente y un mercado poco sustentable.

El Desierto de Atacama hizo noticia porque es un lugar de acumulación de grandes cantidades de ropa que está destrozando el ecosistema. Cada año aterrizan ahí unas 60.000 toneladas de prendas usadas a través del puerto de Iquique, ya que las transacciones están exentas de cualquier tipo de impuesto. Además, Chile es uno de los principales importadores de este tipo de ropa de toda Sudamérica.

Pero ¿cómo podemos aportar nuestro granito de arena desde nuestra posición de consumidor? En la economía circular tenemos una muy buena opción y actualmente, este sistema ha tomado fuerza como una solución a esta problemática. Esta se basa en crear una nueva economía basada en la sostenibilidad y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos, se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciendo al mínimo la generación de residuos. De esta forma, podemos generar un triple impacto: económico, social y medioambiental.

En Chile, muchos mercados han adaptado su cadena de producción a esta nueva alternativa, donde el reciclaje ha tomado un valor importante; y así, podemos darle la oportunidad al consumidor de poder decidir un modelo de producción que sea más amigable tanto con el medio ambiente como con las miles de trabajadores que existen detrás de cada prenda que utilizamos.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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