[Opinión] La verdad en plena era del conocimiento.

0

Por: Gastón Leiva Vidal. Investigador científico-tecnológico


El anglicanismo fake news parece haber nacido en plena era digital, asociado específicamente al desarrollo de las redes sociales, y cuyo concepto generalmente es asociado a la desinformación y a la manipulación de las mentes o el pensamiento, pero, ¿quién decide lo que es información falsa o fake news?, desde su más purista definición, ¿es realmente un fenómeno nuevo? y en definitiva, ¿podemos realmente acceder a la verdad?.

Curiosamente desde tiempos inmemoriales hemos creído que entre más información de un hecho o un objeto, más nos acercábamos a la verdad, entonces, ¿por qué nos sentimos más agobiados y más desinformados en la era del conocimiento? ¿será acaso que hemos pasado de largo?, o tal vez la causa sea el aborto y demonización del objeto para quedarnos sólo con el sujeto, todo parece indicar que con corte quirúrgico hemos eliminado desde el hueso lo absoluto para relativizar a los átomos, el tiempo y la verdad.

Desde un punto de vista etimológico, información, es la acción de dar forma hacia adentro, lo que sería equivalente a dar forma a la propia mente como estructura organizativa del pensamiento humano, por lo tanto, esta concepción dejaría sin sentido a la palabra desinformación ya que se supone que este término indicaría la intención de manipular la mente o pensamiento de alguien para darle cierta forma, pero la palabra información, por definición ya traería implícita la intención de formar la mente.

¿Cómo podríamos entonces distinguir lo verdadero de lo falso?, si utilizamos un principio absolutista, podemos inferir entonces que existe La Verdad (única), lo que implicaría también que otros están equivocados, pero, desde la vereda relativista, existirían muchas versiones de la verdad, por lo tanto, nadie estaría equivocado, entonces ¿una mesa negra podría también ser a la vez verde, blanca o roja?, si todos nosotros compartimos biológicamente el mismo cerebro, los mismo ojos, y por supuesto, si todos nuestros órganos relacionados con la vista se encuentran sanos, para todos la mesa debería ser de color negro, esa es la verdad, pero también es verdad que esa mesa nos podría parecer no tan negra como otras que hemos visto, quizás fea o bella, cómoda, útil o cualquier otra apreciación que a usted se le ocurra, si le preguntamos a cien personas, tendremos cien verdades.

Por muy relativista que una persona sea, no podrá negar que nuestra mesa es de color negro, pero si podrá aceptar la apreciación de todas las demás personas con respecto a la mesa (caso que nunca se da a cabalidad), por lo tanto, lo que hace realmente esta persona es traspasar la verdad únicamente al sujeto, o para ser más específico, reconoce como verdad únicamente a la conexión existente entre el objeto u hecho con el sujeto, lo que trae consigo que nada sea reprochable o juzgable ya que todo sería verdad.

Este dilema o dualidad no es nuevo, lo que hoy en plena era digital denominamos fake news, fue expuesto de cierta forma por el filósofo griego presocrático Parménides en su poema Sobre la naturaleza, estableciendo la alétheia (la verdad en sí) y la doxa (opinión), lo cual transfiere la carga de la verdad al objeto y no al sujeto y su opinión. Cualesquiera de estas dos posiciones o verdades son ciertas, es decir, ambas ocurren, así como también todas aquellas verdades intermedias o semiverdades, por lo tanto, la verdad de La Verdad, no la podremos buscar en sí misma, sino que, en su antítesis, La Falsedad.

La palabra falsedad del latín falsitas, significa cualidad de no ser verdad. Esta definición establece la verdad como algo único y objetivo, y la falsedad como un aspecto, cualidad o característica de ésta, y si la falsedad es un componente por definición de la verdad, entonces la falsedad debe estar en su grado mínimo dentro de la verdad, es decir, con un valor cero dentro de la verdad en sí misma, y con un valor asintótico con respecto de la verdad cuando esta es transmitida por un tercero, esto último es así porque para ver la vida como un cierto pez, primero debo ser ese pez y no ese tal gato.

En palabras simples, no sería posible realizar el típico consejo que suelen darnos nuestros amigos y amigas cuando nos dicen que debes ponerte en los zapatos de ella o de él, ya que primero deberíamos ser esa persona, y aquello no es posible porque lo que nos hace únicos, no es el hecho de pertenecer a una misma especie, sino que también nuestras expresiones personales y potencialidades biológicas, además de cada una de nuestras experiencias en la vida.

En el sentido anterior, el sofista griego Protágoras, asociaba la falsedad con la contrariedad, él establecía que lo subjetivo y objetivo no son necesariamente contradictorios, es decir, que dos verdades, no necesariamente se asignaban un grado de falsedad mutuamente. Para sostener esto indicó que la relación entre un sujeto y un objeto es única y que la contrariedad sólo podría darse como tal en la propia relación de manera simultánea, lo que para él es lógicamente imposible. Por ejemplo; si Ana come una fruta X, ella podría evaluar a la fruta como dulce o amarga, pero jamás ambas simultáneamente, y el hecho de que Pedro evalúe a la fruta de forma distinta a Ana, no sería contradictorio a la Verdad ya que son relaciones sujeto-objeto totalmente distintas.

Sin ir más lejos, lo que hace única esta relación entre sujeto y objeto no es únicamente la identidad única del sujeto, sino que también cada objeto es distinto. A simple vista dos monedas podrían parecernos idénticas, pero si observamos detenidamente con un microscopio, poco a poco comenzaremos a notar sutiles diferencias, y a medida que el objeto se hace más complejo en su estructura, más diferencias surgirán.

Invito al lector a intentar buscar dos manzanas idénticas en apariencia y esencia, y si no las encuentra aquí o en otro país, la única posibilidad que le queda sería compararla con todas las manzanas que han existido en el mundo desde que existió el primer manzano, y lógicamente esto ya sería imposible, o desde un punto de vista optimista, sería muy, pero muy poco probable, y con esto no me refiero al terreno de las estadísticas o combinatorias de todas las manzanas que podrían crearse, me refiero a una variable o mejor dicho, a una constante que oculta la verdad tras los pequeños segmentos del tiempo.

Heráclito, filósofo griego presocrático decía que en los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos. Aquí el pensador está afirmando que no sólo el sujeto cambia, sino que también el objeto, todo fluye y refluye, por lo tanto, La Verdad, entendiéndose esta como un reflejo mental de la realidad, también cambia, la verdad es dinámica y temporal, la verdad requiere de un espacio y tiempo determinado para que suceda, después de su ocurrencia, aparece la curva de la falsedad, que es la versión antropocéntrica de la verdad, una copia basada en las estructuras mentales de quien la transmite.

En este camino de la búsqueda de la verdad, parecieran surgir únicamente evidencias que apoyan el relativismo, la dictadura de lo subjetivo, pero si es así ¿cómo podemos estar de acuerdo en que una manzana es una manzana y no una naranja?, si todo cambia, ¿cómo es que podemos reconocer a un amigo, 20 años después?, pareciera que existe una esencia que hace que las cosas y las personas sean lo que son, algo universal, algo que por fin parece ser objetivo, y esto ya nos da luces para describir morfológicamente esta relación entre sujeto y objeto como un trenza de dos hebras inseparables, por lo tanto, es esta trenza lo que vemos y percibimos como relativo, pero el conjunto de características del objeto y del sujeto en sí, serían universales y objetivas.

Es el tiempo lo que cambia a las personas (a través de sus experiencias, sean estas síquicas o físicas) y a la materia o estructura de los objetos, para que siempre se cree una nueva verdad, los cambios en estos dos entes (sujeto y objeto) son siempre los necesarios para determinar lo nuevo, pero justo los suficientes como para que un algo siga siendo ese algo en su esencia.

En estricto rigor, toda noticia sería una fake news ya que la true news nació y murió en el instante, como una burbuja de jabón, todo lo demás es sólo una copia, al reproducir la noticia, nace la falsedad del hecho, la cual, como ya hemos indicado anteriormente es asintótica a La Verdad (única), mientras más se acerquen estas dos curvas, será menor el grado de fake de una noticia o hecho en particular.

Espero finalmente que estas líneas no sean entendidas como una crítica descarnada al sistema formal de credibilidad o niveles de estatus de personas o medios en particular, por el contrario, el propósito ha sido aportar al desarrollo del pensamiento crítico dentro de una sociedad cada vez infoxicada.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

Print Friendly, PDF & Email
Compartir

Acerca del autor

Comments are closed.