[Opinión] La luz al final del túnel

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Por: Stany Huaccha T. Asesora del Departamento de Prevención Casinos River SpA


Puede parecer cliché, cierto, pero Chile está determinado por una serie de hechos tan pronto aciagos como esperanzadores, en una situación pendular que siempre va de lo malo a lo bueno. Durante los últimos años, el país ha vivido un variado tipo de situaciones límite y de contrastes: desde el trágico 27/F de 2010 a la grata Copa América de 2015, son apenas un ejemplo de cómo oscilamos siempre entre el dolor y la alegría.

Ahora, de nuevo una situación extrema: el sinfín de personas afectadas por el Covid-19, situación esta última que se ha convertido en un punto especial, logrando catalogarse como un abismante factor estresante para todos, no solo por la alta tasa de contagiados que existen, sino que también por la alta desempleabilidad que el fenómeno trae consigo, además de exponernos la cruda vulnerabilidad en la que nos encontramos.

A la fecha aún no sabemos ni queremos especular cuánto daño nos causará esta nueva cepa de coronavirus, pero sí sabemos cómo nos estamos comportando frente a esta pandemia, tanto en nuestros hogares como en los trabajos. Estos puntos, actualmente son un tema relevante, ya que existen variadas reacciones en las personas que pueden generar una causal determinante de sufrimiento como así también un cuadro más complejo como la enfermedad misma y todas las consecuencias que esto implica.

Estará en nuestras manos, literalmente, protegernos del contagio directo de este virus, pero también estará en nuestras cabezas la capacidad de razonar lo suficiente para seguir y cumplir cabalmente con lo dispuesto, no solo por los dictámenes y protocolos de nuestras autoridades sanitarias, sino también por lo dispuesto por los organismos internacionales, como lo es la Organización Mundial de la Salud, OMS.

El coronavirus no sólo ha dejado expuesta una crisis mundial en el ámbito de la salud por cómo ha ido en aumento la tasa de infectados y muertos, también ha permitido descubrir una grieta profunda en nuestra sociedad. De modo imperceptible, primero, pero con fuerza después nos ha cambiado la forma en cómo nos relacionamos y con toda seguridad, también la forma en cómo nos vemos unos a otros, en lo que deseamos que sea la sociedad en la que vivan nuestros hijos e hijas.

Es este aspecto el que nos divide a unos con otros, ya que existen variados tipos de comportamientos: desde la persona que usa mascarillas, guantes, desinfectantes y se aísla en su hogar a aquéllas que no cumplen ningún tipo de medidas, inconsciente muchas veces a los peligros que esto constituye. Todo lo anterior, a pesar de que el virus no ha hecho distinción entre edad, sexo, clase o nacionalidad, y por desgracia ha elevado la desconfianza en que se ha visto envuelta nuestro sistema de salud respecto a su capacidad de reacción frente al flagelo.

Al mismo tiempo no solo nuestra confianza en la salud se ha visto afectada, también nuestra confianza en el futuro, por el incremento en el desempleo a nivel nacional, sin saber aún cuán larga será la duración de la pandemia, generando una incertidumbre dañina para la salud mental de quienes están en la cuerda floja en su estabilidad laboral, producto del cese de labores o del cierre de puestos de trabajo.

El lavado de manos, el distanciamiento social y el quedarse en casa, actualmente es la mejor medida para contrarrestar el contagio, sin embargo, no todos podemos hacerlo ya que un gran porcentaje de ciudadanos debemos seguir desempeñando nuestras labores.

Es en este ámbito que muchos centros de trabajo han implementado medidas sanitarias, tales como la toma de temperatura, la entrega de mascarillas y guantes, el uso de alcohol gel y jabón antiséptico para el lavado continuo de manos, como es el caso de nuestra empresa. Pero también otras empresas han optado por el teletrabajo, una medida nueva, casi inexplorada en nuestra región, tanto para los trabajadores como para los empleadores, por lo que han surgido muchísimas dudas ante un evento no deseado y cómo se comportará nuestro seguro social ante cualquier eventualidad.

Con todas estas medidas implementadas, el objetivo sigue siendo el mismo de siempre: entregar tranquilidad a los trabajadores, clientes y proveedores, poniendo a las personas y su bienestar como primera prioridad. Esto hace que nuestra labor se enfatice precisamente en aquello que nos corresponde en esencia, esto es, actuar con disciplina y cumplir con las medidas sanitarias que se nos han entregado.

En unas cuantas semanas más, todas estas medidas adoptadas según los lineamientos de nuestras autoridades sanitarias, serán habituales y formarán parte de nuestra cotidianidad, se habrán convertido en un signo visible acaso de una nueva cultura del autocuidado, además de impactar en nuestra idiosincrasia para enfrentarnos con más cabalidad a las futuras tormentas que nos toque enfrentar y cumpliéndose ese sino extraño que le corresponde a nuestro país: oscilar siempre desde la oscuridad a la luz. Porque sabemos que, a pesar de todo, la luz siempre aparece al final del túnel.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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