[Opinión] El cambio cultural que deben implementar las organizaciones

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Por: Alejandra Fuenzalida. Directora Ejecutiva de United Way Chile


Hace unos días se dieron a conocer los resultados del primer autodiagnóstico organizacional “Reconozco mis impactos en la niñez y adolescencia” realizado por la Red UPPI (Empresas Unidas por la Niñez y la Adolescencia) en empresas chilenas durante los años 2022 y 2023.

Uno de los resultados que destaca es que un 61% de los encuestados respondieron que sus productos y/o servicios van dirigidos directa o indirectamente a niños, niñas y adolescentes. Pero resulta preocupante que un 50% de las empresas y organizaciones que realizaron este autodiagnóstico declararon no tener una política corporativa que establezca un compromiso con la promoción de los derechos de la niñez.

Ante esto, creemos relevante responder la siguiente pregunta: ¿Por qué es importante que las empresas se vinculen con la niñez y adolescencia?

Primero, porque la comunidad internacional, a través de la Convención sobre los Derechos de los Niños (CDN), reconoce a los niños, niñas y adolescentes como titulares de derechos y nuestro país ratificó dicha convención hace más de 30 años.

En este sentido, la creciente atención al papel que juega la empresa en la sociedad, como un actor fundamental en la materia, ha tenido un especial énfasis en el impacto de la actividad empresarial sobre los derechos de la niñez y adolescencia. También están los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (2011), que, dentro de su ámbito incluye los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

En segundo término, porque debemos considerar que el Fondo Nacional de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, Save The Children y Pacto Global, elaboraron un importante documento sobre los 10 principios empresariales de los derechos del niño. Éste enfatiza sobre el rol que pueden ejercer las empresas en el bienestar y desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes (NNA) y que su rol es ineludible, ya que las empresas interactúan de forma directa o indirecta.

Esta relación se da porque ellos son consumidores de sus productos y/o servicios, porque sus trabajadores tienen hijos e hijas menores de 18 años, o porque son miembros de las comunidades donde las empresas están insertas.

Y en tercer aspecto, debemos recordar que las empresas contratan a adolescentes con edad permitida para trabajar y en un futuro podrían ser líderes de sus organizaciones. A consecuencia de todo esto, entender el impacto que tienen éstas frente a los derechos de las personas, incluyendo sus trabajadores y familias, proveedores, aliados y comunidades es fundamental, tanto como replantear su estrategia y cultura e instalar una visión cada vez más humana que respete y promueva derechos de los NNA en todas sus dimensiones.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo. 


 

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