[Opinión] Anticiparse a la cuarta ola de la pandemia

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Por: Andrés Pardo. Psicólogo y consultor


Cuando se detectó el primer contagiado de Covid-19 en Chile, el 3 de marzo, en el país se habían tomado una serie de medidas para enfrentar la pandemia: adquisición de respiradores, aumento de la capacidad de testeo, incremento de camas hospitalarias, integración del sistema público y privado de salud a nivel nacional, preparación de médicos y auxiliares, entre otras, que se fueron adicionando a medida que el avance del virus era notorio.

A seis meses de ese “caso cero”, y después de extensos períodos de confinamiento y una crisis económica sólo comparable a la que se vivió a principios de la década de los 80, se avizora la llegada de aquello que los expertos a nivel mundial han llamado “la cuarta ola de la pandemia”: cuadros de ansiedad, depresión y síndrome de estrés post traumático, que requerirán ayuda especializada dentro de los 3 a 6 meses posteriores al desconfinamiento.

Sabemos que viene, que va a arrastrar -tal como ocurrió con el virus- en mayor o menor medida a partes importantes de la población; sin embargo, ¿se ha tomado alguna medida para mitigar sus efectos?

Porque está claro que aunque los trastornos mentales son más invisibles que el mismo Covid-19,  tendrá consecuencias en distintos ámbitos. El laboral es uno de ellos, tal como lo refleja el primer sondeo nacional de vendedores inmobiliarios, que se sienten sometidos -como muchos otros- a confinamiento, disminución de ingresos e incertidumbre económica.

Los resultados de este estudio, que abarcó a 350 trabajadores de 70 inmobiliarias del país, son una muestra clara de las consecuencias “no Covid” en la salud física y mental: 72% de los vendedores señala presentar dificultades para conciliar el sueño y controlar su irritabilidad, observándose también aumento de peso (85%), y consumo de alcohol y drogas (25%).

Asimismo, el sondeo reveló que un 90% de los vendedores aceptaría atención especializada para su salud mental, si se lo ofreciera la inmobiliaria; lo que revela una oportunidad de parte de las empresas para mitigar los efectos psicológicos de la pandemia.

Con el progresivo fin del confinamiento, llegará el momento en que un número considerable de empleados sentirá, o se permitirá sentir, todo el cansancio de este tiempo. Probablemente, muchos se adaptaron a la adversidad y ahora deberán enfrentar otros cambios, porque hay aspectos como la creciente digitalización, que no tendrán vuelta atrás. En el sondeo realizado, más del 80% de los consultados admitió no dominar las herramientas para una venta a distancia efectiva.

Son luces de alerta que, tal como ocurrió con el virus, deben llamar a la prevención. Liderazgos cercanos de parte de las jefaturas, medidas de autocuidado y acceso al apoyo de especialistas, debieran ser acciones para contener la llamada “cuarta ola”. ¿Estamos preparados?


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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