[Opinión] Un PPD Progresista y Libertario

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Por: Antonio Leal L. Ex Presidente de la Cámara de Diputados, Académico de la Universidad Mayor


Para reflexionar sobre el espacio político del PPD hay que comprender que estamos frente a un cambio civilizatorio y que para la política implica tener presente los tres fenómenos generales que lo determinan: globalización, neoliberalismo dominante en la economía y también en la ideología, postmodernidad. Cada uno de ellos tiene un efecto no solo en las Agendas políticas sino en la estructura social, en el pensamiento humano, en la diversidad de los sujetos y la parcialidad de ellos y en la forma como se construye la subjetividad.

Las agendas tienden a ser globales y a instalarse como propias en las personas por efecto de la comunicación e información digital: el feminismo, la ecología, la diversidad sexual, temas que han entrado en la agenda global, han construido sujetos activos y han logrado masificar movimientos en Chile y en diversos países del mundo.

El cambio incorpora: salto científico y tecnológico, crisis ecológica estructural, modificaciones en la textura social, crisis de los valores tradicionales y propios de la modernidad y de las instituciones, públicas y privadas, que configuraban la estructura anterior.

Hoy existe una pluralidad de sujetos, muchos de ellos construidos a partir de una dimensión virtual, sin un nudo ideológico que los una y la subjetividad ,  fuertemente determinada por la globalización, el neoliberalismo y la postmodernidad, que arrasan con la antiguas formas de construcción de las identidades y crean una subjetividad que se fuga hacia el individuo y hacia el individualismo.

La ambivalencia e incertidumbre de las políticas y de la ideología neoliberal favorece el individualismo pragmático, desterrando como tendencia en curso, la acción colectiva y obliga a las personas a depender de sí mismas, a hacer de sí misma el centro de sus planes de vida.

Lo grave es que la crisis de la política y del valor de lo público permite el encumbramiento del mercado como espacio sustitutivo de la anterior organización de la sociedad. Nos movemos en los no lugares que genera el mercado y que reemplazan a las plaza públicas, al ágora, y que no construyen identidad.

Presentismo, des subjetivización provocada por el mercado y las tensiones que vive la sociedad posindustrial y que generan una enorme pluralización de las esferas de la realización del sí, de las identidades, de los sujetos y de las subjetividades en plural.

Debemos pensar en que la construcción de la subjetividad de las personas en la postmoderniad se realiza buscando construir una identidad que enfrente lo inestable, lo impredecible, lo que no puedes manejar y la desconfianza hacia los proyectos colectivos y de futuro.

Porque gana el neopopulismo de ultraderecha? Porque coloca el acento en temas donde el progresismo, el liberalismo, y las políticas democráticas tienen vacíos de elaboración y de operatividad. El neofascismo no necesita de golpe de Estado, utilizan las formas de la democracia para instalarse. Son una respuesta a las crisis, al vacío. Conformismo neopopulista frente a las amenazas y al riesgo. Seguridad a cambio de reducir los espacios de libertad, las reglas de la democracia y el sentido de los otros. Pero, también, es una respuesta a la mayor apertura cultural que producen diversos fenómenos de la globalización y que hace más liberal el sentido de nuestras vidas.

La postmodernidad implica el fin del intento por representar la totalidad y el nihilismo es la negación a un fundamento último. Vivir y operar en la ambigüedad y en la incertidumbre.

Si esto es así, entonces la ubicación del PPD debe darse teniendo presente esta nueva realidad, buscando situarse en una sociedad en acelerado cambio, conviviendo con el tejido y las problemáticas que de ella emergen, representado a sujetos plurales y a personas que no tienen vínculos con comunidades estructuradas y definidas. Es decir, debe operar en una sociedad compleja donde las viejas categorías de izquierda y derecha –hay varias izquierdas y varias derechas – no logran representar, como lo hacían en la fase industrialista, el escenario de sujetos dispersos, atomizados, que acentúan su rol en temas sociales específicos y también los llamados inmateriales, en la ampliación de las libertades individuales.

La izquierda, en materia de partidos y grupos, está superpoblada en Chile y no tiene una sola identidad sino múltiples identidades, algunas contradictorias entre sí y que por ende en la imaginaria social se anulan y dificultan que un partido como el PPD pueda expresar la novedad de su origen y de su práctica política. El PPD tiene una visión universalista, sin ambages, sobre el valor de los derechos humanos, de las libertades y de la democracia. Otras izquierdas las hacen depender del grado de afinidad que tienen con  tal o cual gobierno, relativizando, con ello, principios y valores que son definitorios e identitarios.

De allí, que el Congreso Ideológico sea una gran oportunidad para definir un espacio propio para el PPD. El PPD no nació como un partido de izquierda sino como Partido abierto a la convivencia de diversas culturas progresistas y democráticas.

El aporte cultural y social del PPD debe darse en el ámbito del progresismo, en una conformación que una la tradición ideológica y las realizaciones históricas de la socialdemocracia y del liberalismo cultural, que junto a la lucha por la integración y la justicia social coloque coherentemente los temas ecológico, feminismo, étnico, la diversidad sexual y la ética pública. Ninguno de ellos tiene su origen en la izquierda tradicional y más bien son causas típicas de la  post modernidad, más allá del enfrentamiento clasista y que hoy permiten construir momentos culturales y políticos hegemónicos en favor del cambio de nuestras sociedades.

Un PPD progresista y libertario, que busque el acuerdo político con todas las fuerzas de centroizquierda pero que abra también espacios en la sociedad temática, en los grupos que se configuran para luchas parciales por objetivos que representan a franjas de la sociedad, que reproponga una política con  estándares éticos, una democracia participativa, que llegue al individuo y busque transformar la desazón y el desencanto abstencionista en  un compromiso  para la acción.

Un PPD que no tema al cambio tecnológico y científico, que asuma sin catastrofismo que el mundo que viene será aún más complejo que el actual y que esté dispuesto a asumir el desafío de instalar política, ideas, códigos valóricos y gobernabilidad en el mundo de la robotización y de la inteligencia artificial.

Por ello, bienvenido el debate del Congreso Ideológico y mi esperanza que el PPD se atreva a ser distinto y a representar otra manera de estar en la sociedad y en la política.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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