[Opinión] ¿Estallido Social o Estallido Valórico?

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Por: Dr. Marco Mora R. Odontólogo, Periodoncista y Mg. en Psicología Organizacional, Empresario PYME, y miembro colaborador de la Corporación de Investigaciones Sociales (CISO)


A través de la historia los grandes cambios políticos, buenos o malos, han comenzado en una crisis social. La revolución francesa, la revolución rusa de febrero del 1917, e incluso el surgimiento del nazismo y el fascismo, son sólo algunos ejemplos de crisis ocurridas en occidente.

Todas ellas tienen un denominador común: el Estallido Social. Si bien en apariencia pareciera que todas se desatan por razones económicas, lo cierto es que en la gran mayoría de los casos ello solo un aspecto superficial. Las razones de fondo suelen ser más bien valóricas.

En el caso de la revolución francesa amén, que existía miseria y condiciones paupérrimas del pueblo, estas habían sido soportadas por siglos. Las mayores razones de esta revolución fueron valóricas, basadas en las nuevas ideas que proponía la ilustración que chocaban con el rigor del absolutismo monárquico, con las desigualdades sociales y políticas que eran parte del régimen feudal francés.

Por otra parte, el surgimiento del régimen nazi a través del movimiento social que lo lleva al poder en enero del 33, nace como consecuencia del denigrante tratado de Versalles que pone fin a la Primera Guerra Mundial, e impone a la Alemania derrotada: pérdidas territoriales, condiciones extremas de desarme, abdicación del Kaiser, así como elevadas indemnizaciones, la cuales el propio Winston Churchill las califica de “malignas y absurdas”. Provocando una desmoralización y humillación del pueblo alemán, que abrió el camino a la demagogia hitleriana. Así el nazismo tiene su caldo de cultivo sobre un aspecto valórico en donde el pueblo alemán no podía permitir tal ofensa en la rendición.

En Chile, la semana del 18 de octubre ocurrió algo parecido, Desde el ninguneo: “Cabros estoy ya no prendió” o “Los que evaden son unos delincuentes”.  Las respuestas de la calle no se hicieron esperar, sacaron a relucir las evasiones tributarias de los grandes grupos empresariales educados en muy buenas universidades y con una supuesta férrea, pero objetable formación valóricas y religiosa. Incluso en redes sociales el presidente Piñera quedó en entredicho con la elusión de contribuciones durante 30 años de su casa de Caburgua, informada en la prensa.

Luego apareció la violencia inusitada y desmedida de hordas de jóvenes impulsadas por anarquistas. Y nuevamente el Estado y la clase dirigente se quedó sin argumentos valóricos para frenarlas. Frases como: “Es más violento morir esperando un tratamiento de cáncer”, inundaron las redes sociales.

El ex fiscal Carlos Gajardo emplazó en un programa de televisión a toda la clase política, dejándolos en silencio, con el siguiente argumento: “Pasó que la clase política completa se puso de acuerdo para que no pasara nada, y se pusieron de acuerdo para elegir a un fiscal nacional que le diera garantías que eso no se fuera a investigar, y en eso estuvieron de acuerdo los senadores aquí presentes”. (hubo sólo silencio en el estudio).  Si a esto le sumamos que nada les pasó a los empresarios que se coludieron con el papel higiénico, con las farmacias, con los pollos; en donde violaron la confianza del propio modelo de libre mercado que tanto ha defendido la elite, para transfórmarlo en un oligopolio que ha abusado de los ciudadanos.

Mónica González, Premio Nacional de periodismo, en otro programa de televisión refiriéndose a la elite por las platas políticas, la colusión y a la evasión de impuestos, relata: “si no entendemos que ellos (la elite) tienen que pedir perdón por lo que han hecho, porque no han pagado con un día de cárcel…”

Esta última semana El presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alfonso Swett, analizó el rol del sector privado en casos de abusos, por lo que pidió que se creen leyes que endurezcan penas en los casos de “cuello y corbata”. A continuación, agregó: “yo creo que ya es hora que los abusos de cuello y corbata tengan penas duras y efectivas. Básicamente a la ciudadanía le cuesta entender que una persona que vende unos CDs en la calle termina siendo quemada en una cárcel, muriendo, y resulta que los delitos de cuello y corbata no terminan en la cárcel”.  El pago con clases de ética en el caso Penta, combinándose varios delitos, ha sido una de las razones de este Estallido Valórico.

Por otra parte, en las poblaciones como la Legua, El Volcán, San Gregorio y tantas otras, la seguridad social y la seguridad frente a la delincuencia que domina estos lugares no ha llegado para la gran mayoría de la gente honesta que vive ahí. Porque carabineros no llega, porque el estado no quiere llegar.

La iglesia que otrora era la fuente moral de “moros y cristianos”, hoy se encuentra desmoronada y ausente de calidad ética para imponerse como líder de la paz y de la armonía social. Los hechos irrefutables de abusos sexuales a niños, adolescentes y mujeres de connotados sacerdotes y peor aún del demostrado encubrimiento de los jerarcas de la iglesia frente a estos abusos; ha terminado, con toda razón, con una iglesia que esconde la cabeza como el avestruz frente a lo que ocurre en el país.

Todos estos hechos acontecidos en los últimos años, hace que nos quedemos sin argumentos valóricos de nuestra clase política y dirigente para restablecer el orden público y la confianza en las instituciones de la República.

En resumen, el haber transgredido los valores y el contrato social que ha imperado en Chile durante los últimos 30 años, ha generado un sentimiento de rencor en toda la sociedad, el no haber investigado y juzgado el financiamiento ilícito de la política, el no hacer justicia en los abusos sexuales cometidos por la iglesia, el sentimiento de impunidad sobre las empresas y sus dueños que se coludieron para abusar la confianza de miles de chilenos. Que los delincuentes no sean investigados por la justicia y queden sin recibir penas ejemplificadoras y eficientes, se acrecienta el sentimiento de impunidad y rencor en toda la sociedad. Queda la sensación que hay dos grupos que nunca pagan con penas ejemplificadoras: los delincuentes de la elite chilena y los delincuentes organizados en bandas de lumpen y narcotráfico que tienen coaptadas algunas poblaciones. Por el contrario, pareciera claro que sólo la gran clase media; pequeños, medianos empresarios y trabajadores son los únicos que están sujetos a la ley, dejando a la gran mayoría de los chilenos con un sentimiento legítimo de impunidad frente a los delitos de estos dos grupos.

El que los grandes conflictos sociales y de equidad, como las jubilaciones, el excesivo precio de los remedios, los precios del Tag, la segregación de la educación y barrios, la inequidad de las Pymes frente al sistema financiero y las grandes empresas, no hayan sido resueltos por el sistema político democrático y contrato social, profundizan el sentimiento de rencor.

¿Qué hacer entonces?, ¿Esperar que se queme todo el país?; ¿seguir en el odio, la revancha y el rencor?, ¿Dejar que todo se destruya como dicen los anarquistas?, ¿Propiciar una intervención militar y que acabe en un golpe de estado?.

La evidencia científica nos dice que para resolver un conflicto debemos tener un ambiente de alta seguridad y confianza, en donde se puedan expresar todos los puntos de vistas, se pueda discrepar con naturalidad y de manera constructiva. Por el contrario, cuando se intenta generalizar con los extremos, como decir: “todos los que protestan son vándalos o que todos los carabineros son corruptos”; cuando en realidad son una minoría en ambos bandos. Esta generalización lleva a generar más desconfianza y menores posibilidad en la resolución del conflicto. Por el contrario, reconociendo al otro con su legitimo punto de vista, se puede en conjunto llevar a conversaciones constructivas. Para reconocer al otro, la primera actitud es eliminar los rencores y para eliminar los rencores se debe trabajar el Perdón. Con este trabajo se podría limpiar el conflicto valórico, que de acuerdo con este análisis, fue lo que originó este conflicto social.

El Perdón como Terapia Personal y Social

Existen variadas definiciones acerca del perdón; dentro de ellas se destacan los aportes de Hargrave y Sells (citados por López, Kasanzew & Fernández,2008), quienes en 1997 definen la capacidad de perdonar en términos del esfuerzo para restaurar sentimientos de amor y confianza, de manera tal, que tanto víctimas como victimarios puedan poner punto final a un vínculo destructivo.

El proceso de perdonarse a sí mismo, frente a las propias fallas con los otros, estaría vinculado a un mejor bienestar, a altos niveles de autoestima, presencia de emociones positivas, falta de vergüenza, bajo nivel de neurosis y niveles bajos de ansiedad y depresión.

¿Todos tenemos la capacidad de perdonar?, De acuerdo con lo descrito por la ciencia acerca del estudio del perdón, desde diferentes perspectivas, muchas de ellas coinciden en señalar que el perdón se puede lograr si la persona posee un desprendimiento de su propio ego y ser capaz de empatizar las necesidades emocionales del otro. Esto es señalado por psicoanalistas como Kristeva (2002), quienes se refieren al perdón como sinónimo de desprendimiento del amor narcisista, ofreciendo su amor hacia el otro, como una forma de reparación de la existencia de la persona que perdona, y como restauración de los lazos interpersonales.

En mi opinión, para reparar todos los sentimientos negativos que nos invaden producto de los hechos ocurridos en los últimos años en nuestro Chile, debemos profundizar un gran acuerdo por el Perdón Social. Perdón también significa justicia y verdad, que cada delito sea investigado y juzgado, perdón no es dejar en el olvido y “debajo de la alfombra” todo lo ocurrido. El olvido nos dejará sin la oportunidad de aprenden de los errores cometidos. Es necesario no confundir el Perdón con el significado equivoco de algunas consignas (“ni perdón ni olvido”). No obstante, el perdón nos recupera para construir un país sin traumas del error. Con el perdón podrá construirse una paz duradera. Con la solicitud de perdón que venga de la clase política y dirigente será posible que cese de manera duradera toda violencia. Con perdón la violencia suscitada en estas últimas semanas nos será más transmutable y la reconstrucción será más sólida para tener un mejor país.

El valorable Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución alcanzado por los distintos sectores políticos el viernes 15 de noviembre, debe ser complementado con el Perdón Social de cada uno de los actores responsables en este drama en el que estamos los chilenos. Sobre esa base podremos construir una sociedad en que nos volvamos a encontrar en la indispensable confianza mutua y heredar a nuestros hijos y nietos un país más justo y solidario.

Hay buenos indicios de personeros públicos, políticos, dirigenciales y empresariales que han realizado un acto de reflexión por no haber hecho más por la justicia social y por el país. Otros han dejado atrás su pasado y el pasado; y miran con mayor equidad el futuro, de lo que antes lo observaban.

Algunos pocos, que por su ego inmenso aún no quieren reconocer los errores y sólo se escudan que hicieron lo máximo que pudieron hacer en su momento.  Este estallido ha demostrado que se puede hacer mucho en el menor tiempo para alcanzar la justicia social y equidad. Más allá de estas miradas, están invitados a la construcción de un Perdón Social todos los que quiera construir una sociedad mejor a partir de lo bueno y malo que ha acontecido, con irrestricto respeto a los DDHH y el rechazo total a todo tipo de violencia. Un Perdón Social, permitirá evitar el caldo de cultivo para que se desarrollen las posiciones políticas de extrema, tal como ocurrió en Rusia en el 1917 o en Alemania e Italia en los años 20 y 30.

¿Como catalizar en todo el país este sentimiento de Perdón Social?, Hay una vieja, simple y sabia frase: “como se hace se deshace”. Si esto comenzó de un día para otro como un imprevisto Estallido Social, que se venia incubado desde hace años por un modelo de sociedad segregado, creado por unos pocos, infiel a si mismo y al final, poco aceptado. Con una constitución política, que independiente de su legitimidad, se terminó transformando en una camisa de fuerza para una sociedad nacional y mundial que evolucionó más allá de lo pensado 30 años antes y seguirá evolucionando en 30 años más por sobre todo lo que estamos pensado hoy en día.  Por lo cual este Estallido Social deberá terminar de igual manera, de un día para otro, pero ahora con un Estallido Valórico, al contrario de lo que provocó el estallido social.

Un Estallido Valórico de Perdón, de Solidaridad, Fraternidad, Equidad e Igualdad de Oportunidades. Entender que todos importan y que sus positivos aporte, izquierdas y derechas, ricos y pobres, trabajadores y empresarios, provincianos y capitalinos, mujeres y hombres; y tantos otros dobles opuestos, que con sus valiosas y diferentes ideas se podrá reconstruir un nuevo pacto social-político de abajo hacia arriba, que sea legítimo y duradero en una sociedad inmersa en un mundo constantemente cambiante; en donde las nuevas tecnologías y nuevos paradigmas nos están desafiando cada día. Con prosperidad en el crecimiento y desarrollo económico sostenido y sostenible que es vital para preservar el bienestar sustentable de nuestra sociedad.

¿Cómo comenzar?, como comenzó, con un pequeño llamado de atención, que se sumen unos pocos, (que ya se han unido algunos)  y que cada vez se haga una pequeña masa crítica que se transforme en una masa colectiva mayoritaria que superará cualquier quorum imaginado. Que nos unamos bajo un solo lema: Yo me Perdono y Perdono, para construir un País mejor.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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