[Opinión] El legado de RBG y la deuda chilena con la equidad de género

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Por: Gabriela Clivio. Economista y Foundingmember CFA Society Chile


El 19 de septiembre, mientras en Chile se celebraban las Fiestas Patrias en medio de la pandemia, en Estados Unidos moría a los 87 años de edad Ruth Bader Ginsburg- o RBG- quien fue por 27 años Jueza de la Corte Suprema.

Con frases como “mi madre me dijo que fuera una dama. Y para ella, eso significaba ser tu propia persona, ser independiente” o  “las mujeres solo tendrán verdadera igualdad cuando los hombres compartan con ellas la responsabilidad de criar a la próxima generación”, Bader fue una pionera, y un ícono, en la búsqueda de mayores espacios y derechos para la mujer.

No quisiera enfocarme en el nivel de impredictibilidad que agrega la muerte de RBG a la campaña electoral de Estados Unidos, sino  más bien en la brecha que sigue existiendo en el mercado laboral en Chile a casi 70 años de que la mujer consiguiera su derecho al voto bajo la presidencia de Gabriel González Videla.

Si bien en los últimos años se ha avanzado en lo que respecta a la igualdad de género en las empresas en el mundo, aún falta mucho camino por recorrer, y pareciera ser que en Chile ese camino es aún más largo y empedrado. La Organización Internacional del Trabajo señala que, en el mundo, el 50% de las mujeres en edad de trabajar forman parte activa del mercado laboral, mientras que en los hombres la cifra alcanza el 75%.

Mientras tanto en Chile, de acuerdo a la Dirección del Trabajo, la inserción de las mujeres al mercado del trabajo es relativamente tardía y una de las más bajas de América Latina. De hecho, con respecto a la OCDE, nuestro país ocupa el cuarto puesto más bajo con respecto a la participación laboral femenina, la más baja en comparación con las 36 naciones que conforman esta organización.

Esta situación, que ya era negativa, vivió un retroceso a causa de la pandemia dado, entre otras cosas, a los sectores en los cuales trabajan las mujeres. Los primeros resultados de la encuesta trimestral de Ocupación y Desocupación (EOD), realizada por el Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, con posterioridad al cierre de la economía como consecuencia de la pandemia del Covid 19, mostró que en marzo de este año la tasa de desempleo en Santiago alcanzó el mayor porcentaje en 20 años al ubicarse en 15,6%. Al realizar un análisis de género la misma encuesta dio cuenta que sólo el 46,1% de las mujeres en edad hábil para trabajar lo estaba haciendo, mientras que antes de la pandemia era un 52,9%.

Así, en este último periodo podemos ver que la cifra de la participación laboral femenina sólo ha ido en descenso en estos últimos doce meses y, como consecuencia, la inactividad laboral de las mujeres va en aumento. Todo indica que las mujeres somos las más perjudicadas frente a esta crisis económica la que, además, enfrentamos desde una posición de desventaja. Lamentablemente, el futuro tampoco parce ser muy auspicioso, ya que de acuerdo a la experiencia de crisis económicas anteriores, la mujer tarda mucho en reincorporarse al mercado laboral.

En resumen, lo que vivimos actualmente para la mujer en el mercado laboral en Chile equivale, en términos estadísticos, a un retroceso de 10 años. A ello se suma otros preocupantes hechos, y es que Chile uno de los peores países en lo que respecta a la brecha salarial de género y con una representación femenina en altos cargos que apenas supera la cuarta parte.

Con estos antecedentes, claramente no estamos frente a una situación que se corregirá a sí misma, por lo que, si queremos avanzar es vital implementar políticas públicas con un enfoque de género para cerrar las brechas existentes, de forma tal que construyamos una sociedad distinta, justa y equitativa, donde, como RBG planteaba “las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones. No debería ser que las mujeres sean la excepción”.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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