Por: Viviana González. Gerente de Operaciones Grupo Avanza
Ser madre nunca ha sido fácil, pero convertirse en mamá mientras se ocupa un cargo de primera línea en una empresa, o cuando una mujer es dueña de su propio emprendimiento, añade un nivel de complejidad que suele pasarse por alto en el debate público.
A diferencia de lo que muchos creen, la solución no pasa por “organizarse mejor” o “conciliar” los tiempos. Para muchas mujeres líderes, la maternidad implica un dilema profundo donde las decisiones personales impactan no sólo su vida familiar, sino también la salud de su negocio, la continuidad de su equipo y los ingresos financieros.
Partamos por un hecho incómodo: el costo económico directo. Aunque la ley chilena protege la remuneración durante el postnatal, muchas mujeres dueñas de su empresa o con un sueldo ligado a resultados variables ven caer sus ingresos al dejar de estar al mando.
¿Qué pasa con los montos que el sistema de salud no cubre? ¿Dónde quedan los bonos por desempeño? ¿Qué ocurre con las utilidades de la empresa si el negocio se ralentiza en su ausencia? Para la alta dirección, el sueldo no siempre es fijo ni garantizado, y ausentarse puede implicar literalmente ganar menos.
Luego está el problema del reemplazo. Delegar una gran cantidad de tareas es complejo incluso en tiempos normales. Para una gerenta general, directora de operaciones o fundadora de un negocio, dejar a alguien a cargo implica riesgos, porque no todas las decisiones se pueden traspasar y no siempre existen sucesores 100% preparados. El trabajo en equipo es una cosa, pero muchas empresas dependen de la toma de decisiones de los líderes.
Otro hecho que agrava todo este panorama es la comparación con los hombres, que sigue siendo desigual. El permiso postnatal masculino en Chile es de apenas 5 días y nadie espera que un gerente general hombre detenga su agenda más allá de ese lapso.
La paternidad sigue siendo vista como un evento puntual que no interrumpe en ningún caso su carrera. Eso no pasa con las mujeres. Es esa asimetría la que mantiene fijos los estereotipos, evitando que más mujeres en edad fértil sean contratadas en cargos directivos para no arriesgar su continuidad en caso de embarazo.
Este problema no se remite sólo a puestos de mando, sino que afecta a todo el sistema. El informe laboral “Zoom de Género”, realizado por el Observatorio de Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCCE UDP), ChileMujeres y la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), muestra la persistencia del desempleo femenino durante el tiempo.
Sólo entre marzo y mayo de 2024, más de 75 mil mujeres llevaban más de un año cesantes, un aumento del 40% respecto del mismo periodo del año anterior. Esta situación disminuye sus ingresos económicos, crea lagunas previsionales y a la larga daña el desarrollo del país, porque muchas mujeres se ven impedidas de trabajar y aportar con su talento a la fuerza laboral.
Si incluso para mujeres con altos grados de responsabilidad, educación y redes de apoyo la maternidad representa un golpe en su trayectoria, ¿qué queda para el resto? El problema no es sólo de ellas, sino de todos. Necesitamos políticas que equiparen los permisos parentales y fomenten que los hombres asuman la misma responsabilidad en el cuidado.
Necesitamos, además, repensar los modelos de liderazgo para que no dependan de la presencia constante y se pueda generar continuidad sin afectar la vida personal.
El dilema de la maternidad en cargos directivos no es un asunto privado. Es un espejo que nos muestra lo lejos que estamos de la equidad de género. Mientras ser madre signifique perder poder, ingresos o arriesgar el futuro profesional, todavía no podemos hablar con honestidad de un liderazgo femenino verdaderamente inclusivo.
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