Las lecciones de Dominga

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Por: Rodrigo Rivas M. Gerente General. Valor Estratégico Consultores


Nuevamente un importante proyecto de inversión sufrió un revés y fue rechazado las autoridades. Una vez más, una parte de la comunidad, pero, sobre todo, movimientos ambientalistas alzaron la voz y llamaron con fuerza al mundo político de la región de Coquimbo a rechazar el proyecto minero-portuario Dominga.

Desde un comienzo el futuro de Dominga se vislumbraba incierto. Existía el antecedente de la Central Termoeléctrica Barrancones, el cual sin lugar a dudas incidiría. Recordar que en el año 2010, un “llamado” del ex presidente Sebastián Piñera a los ejecutivos de la empresa que desarrollaría dicho proyecto a que lo construyeran en otro lugar (lo que en la realidad fue un “no lo hagan”) daba una mayor incerteza al proyecto minero cercano a La Serena y que tendría una inversión de $2.500 millones de dólares, prometiendo generar 10 mil puestos de trabajo en una región que sufre una cesantía que bordea el 7,8%.

Así, el Comité de Ministros ratificó la decisión adoptada por la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo de rechazar el proyecto. La votación no estuvo exenta de polémica, por lo dividida que fue, ya que se rechazó por tres votos (Salud, Agricultura y Medio Ambiente) contra dos (Minería y Energía); y en donde el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes no participó de la instancia de votación por razones que aún siguen siendo poco claras. El principal argumento con el que se defendió la decisión de rechazar el proyecto es que este supuestamente generaría un impacto en la flora y fauna del sector costero cercano a la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, que alberga el 80% de la población mundial de este mamífero y otras especies marinas.

Sin duda, en un país en el que nos hemos acostumbrado a acatar lo “políticamente correcto”, estos factores generan empatía en la opinión pública, como ha ocurrido en otros casos similares, y nuevamente nos situamos ante la necesidad de contar con proyectos social y ambientalmente sustentables. Los beneficios económicos que implicaba el proyecto –y que dado el buen trabajo de comunicaciones y relacionamiento de la empresa, generó que hubiese mucha gente de la comunidad a favor de la iniciativa– se minimizan ante las demandas vocales de los grupos ambientalistas.

El rechazo a Dominga ha causado desazón entre quienes aspiraban a mejorar sus condiciones de vida con la generación de empleos y negocios en torno a la minería, sin duda, a nivel local en La Higuera y La Serena, pero también a nivel nacional. La Sociedad Nacional de Minería (Sonami) y otras organizaciones empresariales del país han lamentado la decisión pues consideran que no hay justificación considerando que el proyecto cumplía con todas las exigencias ambientales.

Algunos han dicho que es una decisión política rechazar Dominga. Puede ser. Y es lo más probable. La influencia que ejercen los grupos sociales es evidente y lo cual lo hemos abordado en otras oportunidades, sumado al impacto mediático que ha tenido este proyecto durante este año, electoral más encima, sólo le agrega más factores a la complejidad de este tema.

Pero como se expuso también en un comienzo, el antecedente de Barrancones –que contaba con todas las autorizaciones para operar– incidió en alguna medida en la decisión de Dominga. Es de esperar que los Tribunales Ambientales vuelvan a imponer un criterio técnico por sobre las coyunturas políticas para decidir en relación a este importante proyecto.

 


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

 

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