La Derecha si cree en la lucha de clases

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Por: Esteban Valenzuela Van Treek

Dr. en Historia (Valencia), Máster en Ciencias Políticas (UC) y en Desarrollo (Wisconsin). Director del Magíster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos de la U. Alberto Hurtado. Consultor de la GIZ en Desarrollo Territorial. Ex – presidente Comisión de Estado para la Descentralización (2014)


Los únicos que tienen conciencia de “clase” en Chile y salieron a votar masivamente por el guardián de sus interés son los habitantes del barrio Alto y su ghetto que se ve amenazado por el proceso de reformas y mayor tributación que abrieron los movimientos sociales e impulsó este gobierno con los positivos cambios que implementó Alberto Arenas, primer ministro de Hacienda de Bachelet.

Dicha reforma,  que será reconocida con los años, permitió sostener el empleo a pesar del fin del súper ciclo de precio del cobre y otros minerales, mantener las políticas redistributivas y acrecentarlas como la gratuidad educacional para la mitad de los jóvenes de bajos ingresos, permitir la expansión del gasto público que nos hizo crecer estos años a diferencia de la fuerte baja del PIB en Brasil o Argentina, y acumular una deuda pública que es de las tres más bajas de América como porcentaje del PIB.

Los millonarios se vieron amenazados por la reforma tributaria que acabó con el FUT y el abuso grotesco y masivo de tener en Chile y paraísos fiscales empresas con pérdidas para no pagar impuestos en Chile. Se acaba la fiesta y se ven amenazas porque desde la Federación Regionalista Verde que promueve tributación con royalties por los recursos naturales a las 15 regiones, desde el Frente Amplio, PAIS y sectores reformistas de Guillier y Goic se  promueve el fin de la AFP y una nueva reforma tributaria para avanzar en igualdad estructural en el sistema de pensiones y seguir caminando a la gratuidad universal en educación.

En dicho barrio alto que votó en un 85% por Piñera viven muchos que aparecen en listados de empresas sin trabajar, que contratan abogados tributaristas de la UC y de las universidades sobre la “Cota Mil” para seguir eludiendo y evadiendo impuestos, que hacen gestos de caridad pero temen los sindicatos,  los mismos profesionales que tienen sus empresas de servicios para meter todo a gasto y ojalá no pagar nada, a diferencia del pobre que vive en la disciplina del pago regresivo del IVA.  La “clase alta” que no sabe de fraternidad y no se mezclan ni en las tribunas deportivas con las otras clases sociales. Además, están lejos de la austeridad y probidad que reclama el Papa Francisco, ya que no se puede rasgar vestiduras de moralidad y  despreciar  el grito de Ossandón iracundo pero veraz contra la evidente plutocracia e historial de Piñera de trampas y vínculos sin autonomía de las grandes empresas.

Son los del Barrio rapiñero, como si los cóndores del Manquehue (lugar de muchos cóndores), fuese una metáfora y sombra sobre muchos de sus moradores. Rapiña se refiere a las aves agresivas que picotean a vivos y muertos, y que en su acepción literal la Real Academia de la Lengua, extiende su significado a “robo, expoliación o saqueo que se ejecuta con violencia”.

Si, allí viven los que ejercen violencia contra muchos en su indolencia, en el egoísmo naturalizado, en la sinverguenzura sin asco. ¿Miedo a qué los movilizó tan activamente? Temen a las nuevas reformas tributarias igualitarias, al poder sindical y regional autónomo, a que la Fiscalía y su acción permitan transformaciones desde los escándalos como Penta, Corpesa, los Matte y Angelinni, los mismos que siguen comprando a destajo empresas por el mundo, deban pagar los impuestos justos, dejar de comprar parlamentarios, terminar con la impunidad (los mismos “coludidos” ganan las elecciones empresariales, Longueria y Novoa dan cátedra en los diarios duopólicos).

¿Dónde está el empresariado nacional y popular, los emprendedores indignados ante la no-competencia y la cooptación del mercado por secuaces?

En el país persiste la violencia estructural de la desigualdad, “no hay paz sin justicia”, al decir del cristianismo social, lo que Felipe Lamarca – ex director de Impuestos Internos de la dictadura y ex  presidente de SOFOFA- anunciaba hace una década con anterioridad del ciclo masivo de protestas con su frase “en Chile el Chancho está mal pelado”.

Las repúblicas desiguales y corruptas latinoamericanas se llaman “oligárquicas” porque los ricos nunca han pagado los impuestos debidos y se atrincheran en sus guethos.

Tras la derrota federalista-liberal-radical en la guerra civil constituyente de 1859 y el ingreso de los Gallos y Matta a la apertura liberal en el sistema sin modificar el centralismo, las élites consolidan el proceso de residencia en Santiago a fines del siglo XIX en la expansión del centro hacia el poniente ( calle Dieciocho con el Palacio Cousiño, Ejército, República, Brasil, Cienfuegos) para luego instalarse en el siglo XX en Providencia y sucesivamente hacia la zona alta de los Domínicos y La Dehesa. Allí fueron casi sin excepción todas las burguesías territoriales con algunas resistentes como Rosen de Temuco, los Vial de Rancagua-Doñihue y otros que combinan sus moradas el territorio con sus mansiones capitalinas (como los principales socios del fútbol, el “dueño” de la “U”, Carlos  Heller, es de Los Ángeles y el colocolino Mosa es de Puerto Montt).

El Barrio Alto según el índice de Calidad Vida Urbana, ICVU, concentra las 10 comunas con mejor calidad de vida, con pobreza inferior al 1%, posee 20 metros cuadrados de área verde por habitante, la tierra lumpérica (no se refiere a lumpen, aunque hay como es sabido mucho ladrón con cuello y corbata), lo lumpérico- la novela preclara de Diamela Eltit- nos refiere a los barrios archi iluminados donde se vive encerrado pero se busca el control.

Se fueron a lo alto y en lo bajo queda la ciudad de mal equipamiento, mayor contaminación, hacinamiento y pobreza. Falta descentralización sustantiva para dar poder a otros y redistribuir en las mega ciudades, a eso también se opone la derecha.

Los “otros” muestran debilidad para converger en un bloque transformador y despertar la conciencia de clase de trabajadores, jubilados empobrecidos, segmentos rurales abandonados por los éxitos macros, así como representar con fuerza los intereses regionales por igualdad en servicios. En eso Alberto Mayol aportó con la idea de ley espejo en infra ferroviaria  para regiones versus el nuevo metro “a Las Hualtatas”.

Coincidamos entonces, en que el Barrio Alto Rapiñero dio una lección de movilización. Que Chile aún no cuenta con un “pacto amplio” para las transformaciones capaz de movilizar y rebatir la veracidad burguesa.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

 

 

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