Florencia Álamos, neurocientífica y directora ejecutiva de Fundación Kiri, destaca el valor del juego como herramienta de aprendizaje y desarrollo socioemocional de niños y niñas
Aunque muchas veces se le subestima o se le considera un mero pasatiempo, el juego es una herramienta poderosa de desarrollo integral en la infancia. Así lo destaca Florencia Álamos, neurocientífica y directora ejecutiva de Fundación Kiri, quien enfatiza que “jugar es una forma natural y poderosa que tienen los niños y niñas de aprender”.
Desde la neurociencia, está demostrado que el juego activa múltiples áreas del cerebro, fomenta la creatividad, mejora la memoria de trabajo y potencia la resolución de problemas. “Cuando un niño juega, consolida habilidades fundamentales como la atención, el lenguaje, la planificación, la regulación emocional y la empatía”, agrega Álamos.
Un informe de Lego Foundation respalda esta visión, destacando cinco características clave del juego: proporciona alegría, genera experiencias significativas, favorece la perseverancia, promueve la interacción social temprana y estimula intensamente la actividad cerebral. Jugar, en suma, prepara a los niños y niñas para la vida.
Menos tiempo para jugar, más desafíos para el desarrollo
Sin embargo, la realidad actual preocupa. Largas jornadas escolares y el uso excesivo de pantallas han reducido dramáticamente el tiempo que los niños dedican al juego libre. Según UNICEF, los menores hoy juegan menos de la mitad del tiempo que lo hacían generaciones anteriores.
Esta situación afecta especialmente a la primera infancia, donde el juego es esencial para el desarrollo saludable. “El cerebro infantil se construye a partir de la experiencia, y el juego es experiencia pura: hay prueba, error, placer, frustración y mucha imaginación”, sostiene Álamos. Y advierte: “Todo eso construye arquitectura cerebral”.
El juego, además, facilita el desarrollo emocional y social. A través del juego simbólico o en grupo, los niños ensayan roles, aprenden normas, negocian, colaboran y expresan emociones complejas, desarrollando así herramientas fundamentales para su futuro.
Una cultura que valore y proteja el juego
Desde Fundación Kiri insisten en que el juego no es solo asunto de niños y niñas, sino un tema de sociedad. Por ello, hacen un llamado a construir una cultura que lo valore y lo proteja, comenzando por repensar los tiempos escolares, generar espacios seguros para el juego libre, involucrar a los adultos y reducir la dependencia digital.
Actualmente, la fundación trabaja con distintos establecimientos educacionales para impulsar habilidades socioemocionales mediante talleres deportivos, culturales y científicos. “Estos espacios recreativos generan comunidades más virtuosas, aumentan los aprendizajes y fortalecen el bienestar socioemocional de los niños y niñas”, concluye Florencia Álamos.
En el marco del Día Mundial del Juego, la invitación es clara: jugar no es perder el tiempo, es construir futuro.