[Entrevista] Dr. Pedro Ziede: “Ojalá todos los médicos pudieran sentir el abrazo agradecido de nuestros pacientes”

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El principal gestor de los operativos médicos “Sembrando Salud”, al alero de la Universidad de Antofagatsa, revisa lo que han sido 25 años de trabajo al servicio de la comunidad


Hace 26 años una experiencia límite marcó la vida del cirujano infantil Pedro Ziede Díaz. Estando de vacaciones en Hornito junto a su familia, una decisión temeraria en el mar lo mantuvo casi media hora a merced de las olas y las corrientes en una de las playas más peligrosas de la región. Fueron momentos dramáticos para el doctor, quien llegó a pensar que ese era el final.

“Estaba a más de 100 metros de la orilla, no podía salir y ya no tenía fuerzas. Entonces pensé que lo mejor era morir de la forma menos traumática posible. Puse los brazos sobre mi cabeza en forma vertical, para no hacer resistencia, y me hundí resignado. En ese momento se me vino a la mente la sinopsis de mi vida: mi matrimonio, mis papás, mis hijos, mis hermanos… De repente volví a la superficie y escuché la sirena de Carabineros. Ahí me di cuenta que estaban tratando de sacarme y tenía que aguantar. Gracias a un joven que lo alcanzó con una cuerda y la ayuda de decenas de personas que tiraron de la soga desde la orilla, Ziede logró salir del mar, pero con una extraña idea en la mente. “yo dije: me mandaron de vuelta para hacer algo, pero no algo para mí, algo para los demás”, relata Ziede.


¿Qué pasó después?

“En ese tiempo yo participaba en unos operativos que se llamaban Rotaplas, que los hacían unos médicos norteamericanos que venían a Chile a operar niños con labio leporino. Entonces pensé, si estos norteamericanos pueden venir de tan lejos, nosotros también podemos hacer algo por nuestra comunidad. Y así, en 1998, un año después de casi morir en el mar, partimos con los operativos médicos en Taltal, con recursos muy modestos, apenas unos cuantos profesionales, que viajamos en una camioneta que manejaba mi esposa (Kenya Rojas Marín). Ese operativo lo repetimos en 1999, y el 2000 entré como docente a la carrera de Medicina de Universidad de Antofagasta y esto comenzó a crecer”.

¿Cómo así?

“Claro, porque al estar una universidad, podía involucrar a más personas, colegas estudiantes. El primer operativo a Taltal fuimos un grupo muy pequeño, pero estando en la universidad fuimos creciendo, fuimos creando confianzas y logramos salir de las aulas, salir de los campus. Esta semana celebramos los 25 años de los operativos, donde más de 250 alumnos de nuestra universidad han participado, junto a muchos colegas médicos, enfermeras, arsenaleras, personal de pabellón. Muchas voluntades, a quienes sólo puedo agradecer”.


¿De dónde viene su motivación?

“Nace del corazón. Uno ve día a día el tema de las listas de espera, que no es de este gobierno, ni de este país solamente, en todos los países pobres que hay gente con necesidades de salud que espera mucho tiempo por una atención médica, sobre todo en especialidades, y si nosotros podemos ayudar, tenemos la obligación de hacerlo. Pero esta no es una tarea mía solamente. Si hay algo en que puedo tener mérito, es en la capacidad de convocar a la gente, pero para tener esa capacidad, hay que demostrar que uno es transparente. Hoy tenemos un problema de credibilidad tremendo, hay mucha desconfianza y lo que nos ha dado fuerza a nosotros es justamente la credibilidad que tenemos”.

“Yo recuerdo una anécdota, hace ocho o diez años, no lo recuerdo exactamente, Minera Escondida, que ha sido un gran colaborador nuestro, nos pasó 10 millones de pesos para los operativos y a fin de año, con todas nuestras metas cumplidas, les fui a devolver un cheque por 4 millones, porque nos había sobrado plata. Y ellos no lo podían creer, es decir, yo creo que en Chile nadie nunca le ha ido a devolver plata a Escondida. Esa vez el vicepresidente agarró el cheque y lo reintegró a la UA, porque los recursos estaban girados a la UA, no a Pedro Ziede lógicamente. Es decir, no aceptó que les devolviera plata. Pero el punto es eso crea confianza, y lo que hemos logrado nosotros no es solamente atender pacientes en la parte odontológica y médica, sino que hemos logrado una imagen de transparencia. Eso es lo que permite que cuando vamos a una empresa, nos abran las puertas y el corazón.


¿Cómo fueron los orígenes del programa?

“Muy difíciles, no teníamos nada. La sutura, las sondas nasogástricas, los circuitos de anestesia, todo había que conseguirlo, pero las clínicas han creído en nosotros y se han portado muy bien. Fíjate que nunca, en ninguna parte, nos han pedido dejar un documento, un cheque o una póliza de garantía por las cosas que nos prestan, y eso es porque hemos generado confianza. Yo creo que eso es lo más destacable y permite que logremos el compromiso de los voluntarios”.


¿Son solidarios los médicos?

“Muchos lo son, y tengo que dar las gracias a todos los colegas que me han ayudado, los pediatras, cardiólogos, dermatólogos, otorrinos, psiquiatras, medicina interna, cirujano adulto, cirujano niños, traumatólogos, ginecólogos, etc. Creo que prácticamente todas las especialidades médicas se han sumado a este proyecto”.

¿Alguna vez le dijeron no?

“Sí, hay colegas que uno va a la oficina y te dicen: ya, voy a ver, o, no sé si pueda, y después no van, o van una vez y nunca más. Pero por otra parte también hay colegas que te preguntan cuándo es el próximo operativo, y eso me llena de alegría. Y quiero agradecer porque hay una nueva generación de colegas que ha llegado a Antofagasta o está saliendo de nuestra universidad que se han ido sumando al proyecto. Eso es lo que más me enorgullece”.


¿Los médicos hacen un juramento de servicio, esto tiene que ver con eso en definitiva?

“Por supuesto. Yo creo que estas habilidades blandas son fundamentales, sobre todo hoy. Estamos pasando un momento de crisis en el país, y la salud también, por eso hoy más que nunca debe validarse el juramento. Yo le pido a mis colegas que nos ayuden una vez al año, no cuesta nada una vez al año sacrificar un fin de semana por el bien de la salud pública, de las personas. Es tan lindo poder servir, mejorar la calidad de vida de personas que llevan años esperando. Recibir el abrazo de la gente, el cariño de la gente, la sonrisa de la gente. Uno se viene con eso, los voluntarios que van a estos operativos regresan felices por el cariño que reciben de los pacientes, eso no tiene precio. Ojalá todos los médicos pudieran sentir el abrazo agradecido de la gente que encuentra solución después de años de espera”.


¿En estos 25 años, cuál es el mayor logro del proyecto?

“El gran mérito es haber cumplido un cuarto de siglo, nunca, nunca pensé que íbamos a estar tanto tiempo. No es fácil, hemos tenido inconvenientes, pero yo soy mono porfiado y uno estas cosas las hace por la gente, y si hay obstáculos, hay que superarlos. Uno no cuenta muchas cosas que pasan en el camino, uno posterga a su familia, su descanso, por estar con la gente. Hay que estar enamorado de este proyecto, si no, no lo puedes mantener por 25 años”.


¿Por cuánto tiempo más habrá programa Sembrando Salud?

 

“Esa es la pregunta más difícil. Mucha gente me pregunta, bueno, y quién sigue después. Mi gran tarea es ver quién pudiera enamorarse de este proyecto y seguir adelante. Yo mientras tenga fuerza, quiero seguir, voy a dar lo último de mí para esta actividad. Yo quisiera que ojalá fuera un egresado de nuestra universidad quien tome el bastón, porque esto no solamente debe seguir, debe crecer replicarse en otras ciudades”.


 

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