De ‘Guido’ a Gonkoken nanoi: El hadrosaurio que vivió hace 72 millones de años en la Patagonia

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El nuevo dinosaurio descrito por los científicos destaca por su pico similar al de los patos. Estiman que midió entre 3,5 a 4 metros de largo y que pudo pesar hasta una tonelada. Sus hábitos alimenticios eran herbívoros


“Las hojas de Guido” es un cuento infantil bilingüe ilustrado por el autor regional Pablo Ruiz Teneb que trata sobre un simpático hadrosaurio que vivió en la Patagonia durante el periodo Cretácico y que tenía fascinación por coleccionar hojas de los árboles de su entorno. Una entretenida historia que ha sido contada a niños y niñas en distintas ocasiones y comunas de la región (incluso en las más apartadas y rurales) en establecimientos educacionales, en juntas de vecinos, en ferias de fomento lector y otras instancias ciudadanas…¡Hasta tiene su versión en teatro de papel!

Pero más allá de la ficción y de lo anecdótico que pueda parecer, lo cierto es que la historia tiene su componente real. Un estudio publicado recientemente en la revista Science Advances por investigadores de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, del Instituto Antártico Chileno (INACH) y del Museo de Historia Natural dio a conocer a este curioso dinosaurio con “pico de pato” que existió hace 72 millones de años en Cerro Guido, localidad de la provincia de Última Esperanza y que nombraron como Gonkoken nanoi. Es decir, ahora y después de diez años de arduo trabajo científico, finalmente el hadrosaurio Guido tiene identificada su especie.

 

Este cuento infantil tiene su principal inspiración en las campañas paleontológicas que desde hace más de una década son organizadas por el INACH y lideradas por su director nacional, el Dr. Marcelo Leppe Cartes. Cada año en el mes de febrero un equipo de especialistas de Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos y Alemania, además de otras nacionalidades, se traslada hasta el valle del río de las Chinas – cuna de grandes hallazgos paleontológicos – para estudiar los fósiles escondidos en el lugar y dilucidar algunos grandes misterios de la historia natural: ¿Qué fue lo que sucedió al final de la era de los dinosaurios? ¿Qué animales y plantas habitaban este lugar a finales del Cretácico?, entre otras interesantes interrogantes.

Precisamente este espécimen es una nueva pieza del rompecabezas que se suma a los hallazgos ya realizados, siendo el segundo dinosaurio herbívoro encontrado en esta zona, el otro fue el Stegouros elengassen, un anquilosaurio dado a conocer en diciembre de 2021.

Gonkoken nanoi es un dinosaurio importante para Chile, el quinto descubierto a nivel nacional y el segundo bautizado y exclusivo del valle de las Chinas y junto con las dos especies de mamíferos (Magallanodon y Orretherium) que son los más antiguos encontrados en Chile, dan una referencia de que en valle de las Chinas, Cerro Guido y la investigación que se está desarrollando en ese lugar va a seguir dando frutos y abriendo preguntas tan importantes como qué tipo de relación existió entre América y Antártica. Dado que tenemos otras manifestaciones de vida como plantas e invertebrados, y toda esa gran riqueza biológica que está atrapada en por lo menos 20 millones de años del final de la era de los dinosaurios”, afirmó Leppe, quien es uno de los autores del artículo.


Describiendo al Gonkoken nanoi

Llama la atención su particular nombre que proviene de las palabras en lengua Aonikenk ‘gon’ que significa parecido o similar, ‘koken’ que es pato silvestre o cisne. En tanto, se le colocó la denominación ‘nanoi’ en homenaje y reconocimiento a Mario “Nano” Ulloa, un antiguo puestero de la Estancia Las Chinas, quién colaboró activamente en los primeros descubrimientos de animales y plantas fósiles de esa zona.

Se estima que podían llegar a medir entre 3,5 a 4 metros de largo y pesar entre 600 kilogramos a una tonelada. “Estos eran dinosaurios de apariencia esbelta, que podían adoptar fácilmente tanto una postura bípeda como cuadrúpeda para alcanzar vegetación en altura y a ras de suelo. Tenían grandes picos aplanados en el extremo, semejantes a un pato, pero con bordes más cortantes y enormes baterías dentales en sus mandíbulas, formadas por numerosas corridas de cientos de dientes con las cuales podían moler, triturar y cortar prácticamente cualquier material vegetal, incluyendo madera. Poseían, además, comportamiento social, y cuidaban de sus crías”, describe el Dr. Alexander Vargas, director de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile.

 

“El lugar del hallazgo contiene numerosos huesos desarticulados en excelente estado de preservación”, afirma Jhonatan Alarcón, investigador de la Red Paleontológica de la U. de Chile y autor principal del estudio. Estas piezas pertenecen tanto a ejemplares adultos como juveniles y han podido recuperarse progresivamente en las expediciones del INACH.

Menciona que la extracción fue bastante difícil ya que: “La primera dificultad estuvo en la excavación en sí, porque uno sacaba un hueso y aparecía otro por debajo. Entonces, fue muy difícil extraer los huesos sin perder información y sin dañar otros elementos óseos”, señala Alarcón. Esta labor les permitió encontrar más de un centenar de huesos como vértebras, huesos del cráneo, extremidades y costillas, entre otras osamentas que fueron sometidas a tomografías computarizadas y las piezas faltantes pudieron ser reconstruidas digitalmente gracias al trabajo desarrollado por el equipo de la Universidad de Chile. Lo anterior permitió elaborar el esqueleto completo de un Gonkoken nanoi en formato digital. Actualmente, el equipo está en la búsqueda de recursos que permitan imprimir este esqueleto en 3D en tamaño real para su exhibición.

Para conocer mayores detalles sobre el trabajo realizado por los investigadores en el laboratorio, se sugiere revisar la nota periodística publicada por la Universidad de Chile.


De Magallanes al mundo

Cerro Guido se ubica a 105 kilómetros de Puerto Natales y pertenece a la comuna de Torres del Paine. El valle del río de las Chinas es un territorio marcado por el afluente que nace en la Cordillera de los Andes y fluye hacia el sur hasta desembocar en el lado oriental del Lago Toro en el Parque Nacional Torres del Paine. Desarrollar las investigaciones en la zona no ha sido fácil principalmente por las condiciones del clima, según relata Dra. Leslie Manríquez, investigadora postdoctoral de INACH y otra de las autoras del estudio, quien cuenta cómo realizan el trabajo en terreno.

“Las temperaturas son bien extremas durante todo el año, en verano que es el mejor momento para hacer expediciones paleontológicas, nos ha tocado días en que la temperatura puede llegar casi los 30 ºC pero también se ha trabajado en temperaturas muy frías bajo la nieve, con lluvia y mucho viento, entonces las condiciones climáticas son muy difíciles para realizar el trabajo paleontológico. Hemos sufrido una serie de percances, incluso han habido hasta inundaciones. Para ir a estos lugares tienes que tener en cuenta eso, se genera una campaña de 15 días, pero de ellos podemos trabajar la mitad, sólo porque las condiciones climáticas no nos permiten, entonces el trabajo que se ha hecho en terreno estos diez años ha sido de bastante esfuerzo, el equipo conoce las condiciones y le gusta lo que hace pese a los percances que nos da la naturaleza”, afirma.

Pero todo el esfuerzo que han realizado ha valido la pena, hoy cuentan con un nuevo dinosaurio para la región de Magallanes y de la Antártica Chilena, en una región que es líder en ciencia mundial, tal como destaca el gobernador regional Jorge Flies Añón. “Mis felicitaciones al trabajo que realizó el equipo de INACH y nuestras universidades nacionales como la U. de Chile que con los datos que entregan están saliendo al mundo. Hoy tenemos la buena noticia de que ha salido una nueva especie de dinosaurio desde esta región”.

De más está decir que esta historia está en desarrollo, al igual que el trabajo en terreno para buscar nuevas respuestas y desentrañar nuevos misterios en las próximas expediciones que organizará el INACH y en las que participarán el equipo de expertos de la Red Paleontológica de la U. de Chile en colaboración con investigadores e investigadoras de otras instituciones y países.

“Hay muchas preguntas que surgen a partir de los nuevos hallazgos, la publicación de una nueva especie es especial y cuando se hace en una revista de muy alto impacto también se dice que hay un reconocimiento a la calidad de lo que se está desarrollando”, cierra Leppe.


 

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