Con foco en la inclusión y el desarrollo territorial, más de 30 mil mujeres emprendedoras son beneficiadas en la Región de Antofagasta
En la Región de Antofagasta, más de 30 mil mujeres lideran microemprendimientos, representando el 47% del total de personas emprendedoras. Esta realidad, revelada por el Informe de Situación Regional de las Microemprendedoras en Antofagasta, elaborado por la Universidad de Antofagasta (CEDEUA), es la base del programa Red Emprende Mujeres, una iniciativa que busca potenciar el desarrollo económico, social y personal de las emprendedoras de la región.
Financiado por el Ministerio de Educación y ejecutado por el Centro de Estudios y Desarrollo del Emprendimiento (CEDEUA) junto a la Dirección de Vinculación con el Medio y Extensión de la UA, el programa entrega formación, acompañamiento técnico y herramientas de gestión adaptadas a las necesidades de las emprendedoras del norte chileno.
“Es un programa que transforma vidas, familias y territorios”, señala Gonzalo Flores, director alterno del proyecto. “A partir de un estudio riguroso, hemos diseñado un acompañamiento efectivo y personalizado, que permite a las emprendedoras profesionalizar sus negocios y fortalecer su autonomía económica”.
Entre los elementos clave del programa destaca su enfoque inclusivo, con servicios como cuidado infantil y apoyo en lengua de señas, facilitando la participación de todas las mujeres.
“Aprendí a ordenar mis costos, gestionar mi tiempo y crecer junto a otras mujeres”, comenta Marcia Madrigal, panadera de Antofagasta. Similar testimonio entrega Lesbia Morales, artesana orfebre de San Pedro de Atacama: “Pensaba que manejar redes sociales era imposible para mí. Hoy tengo marca, tarjetas y un plan claro para mi negocio”.
Laboratorio de estudiantes: colaboración que impacta
Una de las innovaciones del programa es la creación de un laboratorio de acompañamiento técnico, integrado por más de 60 estudiantes de diversas carreras, quienes trabajan en conjunto con las emprendedoras en áreas como marketing, finanzas, derecho, seguridad social y gestión.
“Conectar la formación académica con los desafíos del territorio tiene un valor social inmenso”, explica Kristhy Rodríguez, profesional del proyecto. “Aquí no solo enseñamos, sino que también aprendemos de las emprendedoras y de sus saberes locales”.
Estudiantes como Francisca Ayala, de Administración Pública, destacan que esta experiencia “nos permite aplicar nuestros conocimientos directamente en terreno, generando un impacto real en las comunidades”.
Las actividades incluyen talleres, definición de estrategias, visitas técnicas a localidades como Calama, San Pedro de Atacama, Ollagüe, Tocopilla, Mejillones y Sierra Gorda, además de un Festival de Ideas que visibiliza los proyectos de las emprendedoras.
“Este es un modelo de desarrollo territorial que fortalece la autonomía económica de las mujeres, fomenta la inclusión y genera un impacto sostenible en la economía local de Antofagasta”, concluye Flores.