Políticas públicas para el emprendimiento femenino: ¿Qué más podemos hacer?

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Por: María Elba Chahuán. Vicepresidenta y fundadora de Unión Emprendedora


Son varias las iniciativas públicas y privadas que existen en Chile para apoyar y promover el emprendimiento femenino, todas creadas con el objetivo de fortalecer sus competencias y habilidades como emprendedoras para potenciar la sostenibilidad y proyección de sus negocios.

En el sector público destaca el programa Startup Chile, aceleradora pública de emprendimientos de alto impacto que se hace cargo del hecho del problema que significa que -aunque cada vez existen más fundadoras liderando startups-, muy pocas logran levantar capital. Un 77% de las mujeres en Chile deben utilizar sus ahorros como método de financiamiento y sólo 14% logra acceder a co-financiamiento por parte de programas públicos o privados.

Por eso, la iniciativa “Female Founder Factor” se centra en las mujeres como un elemento crucial en la ecuación de los negocios, entregándoles las herramientas cuantitativas y cualitativas necesarias para un éxito sostenido.

En cuanto a iniciativas privadas, también son variados los ejemplos de organizaciones y fundaciones que nacen con el propósito de acoger a las mujeres y crear comunidad a través de mentorías, estudios, investigación y diálogos transversales entre diferentes actores para afianzar la equidad de género en el mundo empresarial y en las políticas públicas.

¿Qué falta entonces? Creo que principalmente reforzar en la sociedad en su conjunto la idea de que las mujeres chilenas emprendedoras enfrentan desafíos únicos que abarcan sólo la falta de capital. Muchas se ven limitadas por la falta de acceso a redes de contacto y mentores en comparación con sus pares masculinos.

A la larga, esta falta de apoyo puede influir en la sostenibilidad y crecimiento de sus proyectos. Otro desafío importante es la brecha en las responsabilidades familiares y del hogar, que recae en una proporción mucho mayor sobre ellas. Muchas pueden tener una excelente idea de negocio, rentable y escalable, pero el menor tiempo que le dedican agranda las diferencias en comparación a un hombre en igualdad de condiciones.

Si queremos cambios reales en el emprendimiento femenino, hay que trabajar por ellos. Es fundamental revisar y mejorar las políticas actuales de forma estructural. Financieramente hablando, hay que facilitar el acceso a fondos fortaleciendo los fondos específicos de inversión para mujeres, o crear incentivos para inversionistas privados y empresas que elijan financiar negocios liderados por mujeres.

En cuanto a las habilidades, se requiere de más oportunidades de mentoría digital y técnica que ayuden a cerrar la brecha de género en sectores con baja participación femenina, como el tecnológico. También son necesarios más programas de mentorías para mujeres emprendedoras y la creación de redes de apoyo donde se facilite el intercambio de ideas, contactos y experiencias para  reducir el aislamiento y aumentar las oportunidades. No pueden faltar las medidas de conciliación entre la vida laboral y personal, para que más mujeres puedan destinar más tiempo y energía a sus negocios.

Creo que invertir en el talento de las mujeres es invertir en el futuro de nuestro país. Por eso, hay que valorar las iniciativas públicas y privadas existentes y promover su crecimiento tanto a nivel de presupuesto como prioridad en la agenda. Sólo así podremos contar con un ecosistema que ofrezca a las mujeres opciones reales para liderar y contribuir a un desarrollo más equitativo.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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