[Opinión] Reflexión en tiempos de angustia

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Por: Stany Huaccha T. Asesor del Depto. Prevención de Casinos River SpA


Trabajadores de distintas regiones y de los más variados rubros han sido afectados por la llegada del nuevo coronavirus, aparecido en China, la segunda potencia económica más grande del mundo y uno de los mayores socios comerciales de nuestro país, así como de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Nueva Zelanda, entre otros.

Nuestro rubro -gastronomía- no ha sido una excepción. La producción de alimentos a nivel industrial está constantemente bajo presión por los cambios. Por ejemplo, se cuestiona y desafía por los efectos directos e indirectos de esta pandemia, debido a que las labores alimentarias, inevitablemente, se tienen que realizar por manipuladores a cargo, tanto para la preparación de los alimentos, como su envasado, distribución y reparto.

En este mismo sentido también existen otros elementos que afectan la actividad característico del rubro gastronómico, como ocurre con el cese de trabajos en faenas a las que se estaban licitando o en las que ya se estaba trabajando, situaciones que afectan no solo a nuestros colaboradores, pues sumando la histeria que provoca esta pandemia, debe agregarse también la incertidumbre por la alta probabilidad de perder los puestos de trabajo, todo lo cual redunda en una presión cada vez más peligrosa y una impotencia en aumento también, porque a la fecha no existe ningún tipo de vacuna, tratamiento no invasivo o, lo más esencial, poder saber si nos encontramos contagiados o no con este virus.

En este punto es cuando las personas se sienten en extremo sensibles, no solo nuestros colaboradores en determinados procesos, sino cada una de las familias, ya que, a pesar de toda la información proporcionada acerca de los principales síntomas de la enfermedad -fiebre, tos, dificultad para respirar- existe la duda también por aquellos casos que han sido confirmados de pacientes asintomáticos, es decir personas sin ningún tipo de síntomas.

Todo lo anterior significa que debemos mantener y dar cabal cumplimiento a las medidas entregadas por las autoridades: permanecer en nuestros hogares, todos aquellos que puedan, usar adecuadamente la mascarilla obligatoria, cumplir con el lavado continuo de manos y, lo más importante; establecer y respetar el distanciamiento social.

Desde el punto de vista de nuestra cultura, cada vez que sintamos el deseo de salir de nuestros hogares, ya sea para visitar a familiares o amigos, debemos de realizarnos un par de preguntas:

¿Estamos dispuestos a exponerme irresponsablemente?

¿Estamos dispuestos a poner en riesgo mi vida y la de mis hijos, mis amigos y familiares?

La respuesta siempre deberá ser una negativa porque, lamentablemente, se vive un momento de receso obligatorio, donde las reuniones con nuestros familiares y amigos, la celebración de cumpleaños o las reuniones, entre otras actividades, se vieron postergados hasta obtener un tipo de vacuna que entregue la certeza de su efectividad y nos dé la sensación de protección que tanto necesitamos.

Hoy, lamentablemente, no existe esa vacuna y las que se están barajando en los laboratorios, todavía no cumplen las etapas necesarias para su verificación: les falta mucho por investigar, por comprobar y por verificar la efectividad e inocuidad de las posibles vacunas que en la actualidad se encuentran investigando, pero sabemos que, hasta que no sea lanzada al mercado de manera oficial, pueden pasar años…

Según una investigadora, todas las vacunas se demoran un mínimo de diez años para realizar una trazabilidad prolija, con los pros y los contras que ello implica, pero que se encontraban extremando medidas por sacar esa vacuna de 12 a 18 meses.

Debemos pensar que, a pesar de que actualmente no podamos realizar nuestras actividades cotidianas, no podemos cruzar fronteras y ni lo más esencial, no podemos tocar a los otros, todos estos esfuerzos van con un solo fin: seguir vivos para cumplir nuestras metas, nuestros sueños, para ver y tocar una vez más a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestras familias. Y para lograr materializar nuestro bienestar propio, no necesitamos solo a uno sino a todos.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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