[Opinión] Eco de los jóvenes en el campo: sus preocupaciones y potencialidades

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Por: Karla Bayres. Asistente de investigación en Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural


“Hoy en día, mi madre lo único que desea es que sus nietos y algunos de sus hijos que aún están en el campo no abandonen sus tierras y es por eso que les enseña a trabajar […] y les recuerda siempre, si se quedan en el campo de hambre no se van a morir, siempre tendrán que comer y serán productos sanos”, este relato pertenece a una joven mexicana que asegura estar muy orgullosa de ser hija de campesinas y trabajar el campo hoy junto a su madre y sus 9 hermanos.

Aquella frase se realizó en el marco de los talleres virtuales para dinamizadores agroecológicos que reunieron a alrededor de 20 jóvenes de Bolivia, Guatemala y México. Esta actividad permitió el intercambio de experiencias en el marco del proyecto “Redes para la Transformación Agroalimentaria” que ejecuta Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural gracias al apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá.

Los talleres nos permiten abrir una pequeña ventana a la realidad de las y los jóvenes en el campo de estos países y conocer sus principales preocupaciones y potencialidades.

A pesar de la timidez de algunos, la que se entiende debido a la corta edad que tenían muchos, otros cuantos aprovecharon el espacio para destacar la importancia de diversificar la producción y la alimentación, cuidar el medio ambiente y recuperar prácticas ancestrales.

Las y los jóvenes contaban cómo el cambio climático ha afectado las cosechas en sus comunidades, cómo las personas contaminan o cómo los químicos afectan la tierra. En los trabajos realizados en el taller se plasmaba su preocupación y molestia por dichas problemáticas.

Entre fotos, videos hechos por ellos mismos y charlas, las y los jóvenes de estos territorios expusieron que el agua es una de las grandes temáticas del presente y el futuro, que cuidar y trabajar el campo también es importante porque les permite alimentarse, cuidar su territorio y contar con medios de vida, a pesar de que muchos aún opten por buscar trabajo o irse a estudiar a las ciudades.

Sin lugar a duda, detener el éxodo de la juventud del campo a la ciudad implica retos para todos los actores de los países. Para la sociedad civil y el Estado implica generar oportunidades y espacios para que los jóvenes se capaciten y reconozcan su propio potencial, además parte del trabajo pendiente es promover en los territorios que las y los jóvenes puedan ser líderes en sus comunidades, respetando sus opiniones y no menoscabándolos por poseer menos experiencia y, sobre todo, utilizar herramientas dinámicas adaptadas a las demandas de la juventud y a las oportunidades locales.

Para los mismos jóvenes, el reto es mayor, es aprovechar estas oportunidades, aprender a desenvolverse sin miedo y asumir que ellos son la generación del cambio si es que así se lo proponen. Además, los jóvenes del hoy cuentan con más herramientas que las que contaban generaciones anteriores, superaron umbrales de baja educación y el acceso a internet y las redes sociales, es hoy un medio de conexión con el mundo.

La pregunta es, ¿qué van a hacer con ello? No hay una respuesta fácil, pero lo cierto es que la esperanza no está perdida, porque en algún rinconcito de Latinoamérica hay un par de chicas y chicos que sí sueñan con trabajar en el campo.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.



 

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