[Opinión] Dijeron, dicen, parece que…

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Por: Víctor Bórquez N. Encargado de Comunicaciones Corporativas de Casinos River Spa


Si algo hemos aprendido en estos días con el nefasto tema del Covid-19 es a desconfiar de los agoreros, de los pseudo expertos y sobre todo a no dejarse vencer por los apocalípticos que, datos en mano, -algunos de los cuales tienen dudosa procedencia- aseguran a cada instante que nos quedan pocos minutos para el fin de los tiempos.

Los comunicadores sabemos que este tipo de contexto es peligroso, en especial cuando saturan de manera constante a través de las redes sociales, porque llega un momento en que las personas, aun cuando comprenden cabalmente la gravedad del momento que se vive, deja de interesarse en los acontecimientos reales y se desconecta de la realidad y quedando proclive a la manipulación de quienes profitan de este tipo de situaciones.

Lo que más preocupa en este ambiente de incertidumbre en que vivimos es la proliferación del rumor, tema que desestabiliza y genera ansiedad en muchas personas que, incluso, no son capaces de distinguir entre lo real y el mito urbano que, cual bola de nieve, crece y crece sin poder detenerse.

Algunos elementos para la reflexión: conviene documentarse en fuentes serias y con datos duros, por ejemplo, tener en cuenta que la peste bubónica o peste negra del siglo XIV -tan devastadora que mató a uno de cada tres europeos- ha sido catalogada como la peor pandemia documentada de la historia. Y aunque algunos no lo crean, ha seguido atacando: la última vez que lo hizo fue a fines del siglo XIX y principios del XX y de manera impresionante. Esto implica que la bacteria evolucionó, llegó a ser menos mortal, la peste nunca se fue realmente.

Más datos duros y probados: lo que sucede con los virus del H1N1, conocida como gripe porcina, que en 2009 generó una pandemia y con el Sars y el Mers, años después. Incluso, la denominada gripe española de 1918, que mató a unos cien millones de personas, mutó hacia una variante más benigna, que sigue presentándose puntualmente cada año.

Estos elementos de juicio son necesarios, porque permiten contextualizar, comprender las causas y entender cómo se comportaron en otras épocas personas que se enfrentaron a escenarios tan alarmantes y mortíferos como el que estamos viviendo.

Así, datos certeros y avalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que solamente la viruela y la peste bovina fueron erradicados. En medio de este caos de informaciones, de dicen y parece que… cabe la pregunta acerca del coronavirus: ¿cuándo termina esta pandemia?

Desde luego nadie discute que es una interrogante compleja, cuya respuesta parece que ni la (OMS) tiene una respuesta aceptable y solamente se tiene un consenso en que podría decretarse su fin cuando el descenso de casos y muertos sea cada vez más sostenido, esto es, cuando haya cada vez menos contagios certificados y disminuya la mortalidad.

En términos científicos, cuando exista una inmunidad de rebaño que sucede cuando quienes no tienen protección contra el virus, probablemente no se enfermen, porque el resto de las personas que lo rodean, ya no se enfermarán, como si esas personas le brindaran una especie de biombo protector o barrera virtual.

Algunos incluso plantean que el fin de esta pandemia será determinada por políticos, debido a la presión que las sociedades ejerzan para retomar el tema de la normalidad y poder así despegar nuevamente, generándose una cultura del acostumbramiento a la forzosa convivencia con el virus, ampliándose los mecanismos de prevención y estableciéndose una nueva generación, aquélla que convivirá con el virus, ampliando sus hábitos de protección y modificará de modo ostensible sus formas de socializar.

Cualquiera sea el escenario venidero, lo único cierto es que una comunidad que se enfrenta a una pandemia como ésta, debe evitar lo más que pueda caer en el tenebroso juego de la incertidumbre, dejando de lado los parece que, los dicen que, los dijeron que… porque ése también es un virus tan o más poderoso que el Covid 19.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

 

 

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