Por: Marcelo Muñoz. Director de Global Network Trainers
En un contexto laboral marcado por incertidumbre, estrés y cambio constante, surge un enfoque que está revolucionando la forma de liderar: el neuroliderazgo. Esta disciplina conecta la neurociencia con la gestión de personas, analizando cómo funciona el cerebro humano en liderazgo, toma de decisiones, conexión social y adaptación al cambio.
El estudio “Investigación y aplicación de test de neuroliderazgo con las 8 dimensiones” fue aprobado por la revista científica Ciencia Latina. La investigación liderada por Marcelo Muñoz junto al neuropsicólogo Álvaro Serrano y Juan Esteban Rubio propone una herramienta para diagnosticar y desarrollar competencias de liderazgo mediante ocho dimensiones clave.
Este enfoque evalúa regulación emocional, toma de decisiones, conexión social, generación de cambio, pensamiento estratégico, SCARF, liderazgo silencioso, cultura organizacional y neurodiversidad. A través de estas dimensiones, el neuroliderazgo entrega un marco práctico y científico para el liderazgo moderno, permitiendo optimizar el comportamiento humano dentro de equipos.
El liderazgo efectivo exige autoconciencia, dominio emocional y conexión social para generar confianza y cohesión, favoreciendo una cultura colaborativa e inclusiva. El cambio no debe gestionarse, sino liderarse con comprensión neurocientífica, aprovechando la neuroplasticidad para facilitar procesos de transformación adaptativos y sostenibles.
El pensamiento estratégico basado en neurociencia potencia la innovación. Aplicar el esquema SCARF permite reducir amenazas cognitivas y emocionales, aumentando la motivación y el compromiso.
Este neuroliderazgo promueve el desarrollo autónomo, la escucha activa y el respeto por procesos internos, fortaleciendo equipos diversos, creativos y adaptativos. La inclusión de la neurodiversidad como valor organizacional es clave para el futuro.
La implementación del neuroliderazgo debe ser un proceso continuo y personalizado, usando herramientas cuantitativas para identificar brechas y fomentar una evolución constante del liderazgo.
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