Por: María de la Paz Irarrázabal. Country Manager de Manuia
Hace algunos meses se concretó en el país un importante avance en materia de sostenibilidad con el lanzamiento de la Taxonomía de actividades económicas Medioambientalmente Sostenibles (T-MAS), una iniciativa liderada por el Ministerio de Hacienda que busca categorizar las actividades económicas con criterios que permitan identificar si éstas se están llevando a cabo de manera sostenible desde una perspectiva medioambiental y utilizando un lenguaje común.
El principal propósito de la T-MAS es proporcionar certidumbre, transparencia y comparabilidad a los mercados, facilitando la transición hacia una economía más sostenible. Esto abre nuevas oportunidades de inversión respaldadas en un marco claro que facilite a los inversionistas nacionales e internacionales la identificación de proyectos y actividades medioambientalmente sostenibles. De esta manera, la idea es orientar los flujos de financiamiento hacia actividades que contribuyan a los objetivos ambientales del país.
Otro aspecto relevante de la T-MAS es que ayudará a prevenir el greenwashing, práctica donde una empresa u organización se presenta como más sostenible de lo que realmente es. Con criterios unificados esto será cada vez menos probable, porque se exigirá transparencia y cumplimiento de lo que se reporta.
Es relevante destacar también que la nueva taxonomía formaliza prácticas ya existentes en Chile. Diversos bancos y empresas productivas habían trabajado sus propias taxonomías o mantenían estándares y certificaciones para operar de forma sostenible. Llegó el momento en que el lenguaje se hace común en Chile.
En nuestro caso, este último mes ya hemos realizado distintas evaluaciones con resultados muy positivos, conociendo en detalle la cultura interna, procesos y acciones sustentables de algunas empresas. Acompañamos a identificar el nivel de alineación con las nuevas exigencias por sector de la economía y cómo trabajar para abordarlas.
Este es un buen ejercicio para comprobar qué tan alineadas están las empresas productivas con las nuevas exigencias y para demostrar las mejores prácticas de sostenibilidad a inversionistas y mercados financieros.
Más que un cumplimiento obligatorio, la taxonomía es de gran utilidad para diagnósticos internos con requerimientos concretos por sector avalados por expertos. La colaboración es clave: según la experiencia internacional, el éxito de implementación aumenta mientras más actores participen en su definición.
En Chile tenemos el plus de una amplia participación de expertos en su construcción, miembros del sector real y financiero. El desafío ahora es ponerla en práctica y lograr que el sector financiero traduzca la nomenclatura y requerimientos de cada sector para tomar decisiones sobre proyectos alineados con la T-MAS.
La nueva taxonomía es una invitación a revisar el status de cada organización con criterios unificados. Este ‘termómetro’ de definiciones locales contribuirá al cuidado del medioambiente, resguardar aspectos sociales e identificar oportunidades de mejora para que los índices aumenten.
El mercado podrá promover más inversiones verdes y hablaremos en un lenguaje comprensible dentro y fuera de Chile. En definitiva, la T-MAS es un punto de inflexión para la sostenibilidad en Chile, entrega certezas, transparencia y un estándar común, y nos invita a llevar el discurso a la práctica.
El éxito dependerá de que empresas, inversionistas, reguladores y sociedad asuman el compromiso de usar esta brújula para orientar sus decisiones. Así no sólo estaremos alineados con tendencias y herramientas globales aplicadas localmente, sino que también podremos impulsar un desarrollo económico que ponga de forma visible y comparable el bienestar ambiental y social de las próximas generaciones.
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