Sí, se puede… integrar con creatividad

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Por: José Robles Rivera. Asesor Senior Sustentabilidad y Comunidades


Hoy en día un tema de contingencia son las personas que viven en nuestras calles, la mayoría de ellos podría estar en esta situación por temas económicos, pero también hay muchos que están producto de adicciones que han provocado serios trastornos a ellos y sus familias. En este contexto, uno podría mirar el problema desde la caridad, lo que no está mal, pero también podría mirarlo desde el desafío de la integración y la visibilización de esta problemática social.

En Calama, la Universidad Arturo Prat, a través de su red empresarial docente, definió un programa piloto que buscaba unir a los integrantes de esta red en un objetivo común, compartir con personas de calle por medio del deporte y se creó “Fútbol Calle”. En este sentido, empresas y organizaciones sociales y locales como Inppamet, la Corporación Municipal de Deportes de Calama y otras organizaciones, formaron equipos donde en cada uno de ellos participaban jugadores en “situación de calle” que participan de los programas del Hogar de Cristo.

Hasta ahí, uno pensaría que no hay mucho impacto, pero en el desarrollo de esta iniciativa empezó a ocurrir la magia de los inesperado, la barra brava de muchos de los que jugaron eran familias y amigos de la calle, los que alentaban partido a partido a sus seres queridos. Para que los “acogidos” pudieran jugar, el compromiso era estar “limpios” mínimo dos días. Para los que saben de adicción es muy difícil y es un dolor muy grande para la persona que es adicta, pero sin embargo, aguantaban y dejaban de consumir porque querían jugar, querían ser parte de un equipo, de un objetivo, de volver a ser parte de algo, de ser reconocidos como un ser humano.

Las empresas que participaron descubrieron en este campeonato, uno mas importante, el partido de la vida, y como el fútbol, siempre da revancha, una de estas instituciones ofreció trabajo a una de estas personas en situación de calle, quien lleva más de 6 meses limpio y quiere volver a insertarse en la sociedad. Sin duda, de él dependerá tomar esta oportunidad, pero es, a lo menos emotivo, darse cuenta que con pequeñas acciones descubrimos que “sí, se puede”, integrar con creatividad, generar desde diversas miradas: la académica, empresarial, de sociedad civil y del gobierno local para dar espacios más allá de los objetivos individuales de cada organización.

En Calama esto ocurrió hace poco y quizás sea un piloto replicable en otras ciudades que quieran avanzar hacia la equidad, la integración y deseen dar la mano a aquel que está más necesitado. Pero no solo de la necesaria caridad, sino integrarlo como uno más en un gran equipo donde todos podemos jugar y cuando nos colocamos las zapatillas y la camiseta somos uno solo y descubrimos que más allá de nuestros propios fantasmas… sí, se puede… dar otra oportunidad a uno mismo y quizás a nosotros mismos para hacer más sustentable nuestras relaciones sociales de largo plazo.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

 

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