Por: Roberto Larraechea. Director de Gestión de Ambientes Laborales en CircularHR-Fundación Chile
Durante octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, algo que se ha convertido en una preocupación nacional en los últimos años. El trabajo –que siempre implica esfuerzo y responsabilidad– juega un rol clave, porque puede transformarse en una importante fuente de estrés para las personas.
Un ejemplo de esto es el Cuestionario de Evaluación del Ambiente Laboral y Salud Mental (CEAL–SM), aplicado por la Superintendencia de Seguridad Social a más de un millón de trabajadores en 2024. Este informe revela que un 20% de los centros laborales están en riesgo medio o alto, siendo los principales factores la carga laboral y la exigencia emocional.
Entonces, ¿qué hacemos si el trabajo es una fuente de riesgo? El error común es pensar que la única solución para proteger la salud mental laboral es disminuir las exigencias, pero en muchos casos eso no es posible. Hay responsabilidades estructurales que no se pueden eliminar.
La clave está en gestionar y moderar la exigencia. Para ello, el primer paso es eliminar las fuentes innecesarias de estrés: procesos ineficientes, sistemas mal diseñados, falta de claridad en los objetivos o malos tratos laborales. También debemos revisar nuestra propia mentalidad y rigidez, que muchas veces limitan nuestra capacidad de adaptación.
El segundo paso es compensar la exigencia con factores positivos: liderazgos cercanos, capacitaciones efectivas, autonomía para resolver, coordinación de equipo, metas claras y retroalimentación constante. En resumen, generar un entorno laboral que devuelva la sensación de control.
Porque el problema rara vez es la cantidad de trabajo. El verdadero factor de estrés laboral es no sentirnos capaces de hacerlo bien, lo que ocurre cuando falta claridad, recursos o apoyo.
Para retomar esa sensación de control, debemos asegurar capacitación, buscar acompañamiento de colegas o supervisores, y solicitar retroalimentación oportuna. Si las condiciones externas no cambian, actuar sobre nuestra capacidad de respuesta es clave.
Como señala Jeff Bezos: “El estrés no viene del trabajo duro, viene de no tomar acción sobre algo en lo que sabes que puedes tener control.”
Recuperar la sensación de control es esencial para resguardar la salud mental en el trabajo. Más que administrar la sobrecarga, debemos aprender a usar herramientas que nos devuelvan el control y permitan ciclos de recuperación efectivos. Solo así podremos mirar el trabajo con esperanza y equilibrio.
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