Por: Fernando Benavides. Country manager Ennovate Chile y Colombia; académico Universidad Finis Terrae.
La Inteligencia Artificial (IA) ya no es exclusiva de los expertos ni de las grandes empresas. Hoy forma parte de la vida cotidiana de millones de personas, sin importar dónde se ubican y a qué se dedican. Su presencia transforma cómo aprendemos, nos comunicamos y tomamos decisiones. Comprender su alcance es esencial para no quedar al margen de una de las mayores revoluciones sociales y tecnológicas de nuestra era.
Lo cierto es que la Inteligencia Artificial ya dejó de ser un concepto reservado para los ingenieros o las grandes corporaciones tecnológicas. Hoy, su presencia se siente en la vida cotidiana de millones de personas. Desde el trabajador que usa un asistente digital para organizar sus tareas hasta la dueña de casa que utiliza un chatbot, la IA se ha convertido en un aliado invisible que facilita la vida diaria.
Según datos de la consultora PwC, más del 60% de los trabajadores ya utiliza alguna forma de IA sin saberlo, principalmente en aplicaciones móviles, redes sociales o herramientas de productividad. Esto demuestra que el impacto de la IA no está solo en los laboratorios, sino también en los hogares y oficinas de cualquier parte del planeta.
A nivel social, el desarrollo de la Inteligencia Artificial representa una oportunidad histórica para reducir brechas de acceso al conocimiento y mejorar la calidad de vida. Un ejemplo concreto es el uso de plataformas de IA educativa que permiten a cualquier persona aprender idiomas, adquirir habilidades digitales o prepararse para nuevos empleos.
De hecho, según la UNESCO, la adopción de IA en la educación podría aumentar en un 40% la tasa de acceso a formación continua en países en desarrollo.
Sin embargo, el avance de esta tecnología también presenta un desafío: quienes no se adapten o comprendan su funcionamiento corren el riesgo de quedar rezagados. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el 30% de los empleos actuales sufrirá cambios profundos debido a la automatización y el uso de IA en los próximos cinco años.
Esto no significa reemplazo inmediato, sino transformación. Los trabajadores que aprendan a colaborar con la IA tendrán mayores oportunidades, mientras que quienes la ignoren podrían quedar fuera del nuevo mercado laboral digital.
Por eso, el verdadero impacto social de la Inteligencia Artificial no radica solo en automatizar tareas, sino en cómo ayuda a las personas comunes a evolucionar. Adoptar la IA no requiere ser programador, sino ser curioso y consciente del cambio.
Desde una madre que usa ChatGPT para apoyar a su hijo en las tareas escolares, hasta un pequeño comerciante que optimiza sus ventas con herramientas predictivas, la IA puede ser una extensión del ingenio humano. La clave está en incluirla, entenderla y educar a la población para convivir con ella.
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