Gabriel Caldes: “La Industria Sanitaria no ha desarrollado una cultura de debate o discusión”

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Es tal vez uno de los profesionales chilenos con mayor experiencia y conocimientos de la industria sanitaria nacional.  Por lo mismo, Poder y Liderazgo conversó en exclusivo con este Administrador Público de la Universidad de Chile, MBA en Gestión y Planificación Estratégica, a lo que suma una sólida formación en gestión de proyectos, innovación, planificación y desarrollo de Recursos Humanos


Gabriel Caldes Contreras posee una trayectoria profesional que le permite hablar con propiedad y conocimiento cabal sobre un sector vital para el desarrollo de Chile y sus habitantes, como es el sanitario. Mal que mal, fue quien dirigió́ por casi 12 años la Empresa Concesionaria de Servicios Sanitarios de Chile (ECONSSA), sin antes haber sido gerente general de diversas empresas sanitarias del país.

Por lo mismo, plantea con certeza que “La industria es un sector sólido técnicamente, sano financieramente, con una institucionalidad madura y confiable, con una cobertura urbana de acceso a los servicios de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas servidas cercano al 100%.  Este logro de las coberturas, hace una diferencia importante como país con el resto del mundo”.

Actualmente, trabaja como consultor independiente en Chile y México, lo que le ha permitido ser un reconocido conferencista del modelo sanitaro chileno a nivel internacional, dictando charlas en Suecia, Australia, Colombia, México y Venezuela, entre otros.


¿Cuál es su evaluación del Sistema Sanitario chileno?

“La industria, una vez logrado el nivel de coberturas mencionado, se ha ido quedando en su zona de confort. Es cierto que cumplir una meta tan importante, como es el acceso universal y continuo a los servicios sanitarios y el tratamiento del 100% de las aguas servidas en zonas urbanas, es un éxito, donde entre otras cosas, significa que las tarifas llegaron a su nivel máximo, ya no se justifican nuevos incrementos tarifarios, salvo en ciudades con problemas de sequía o escasez hídrica. Si a ello agregas que no se visualizan grandes amenazas o conflictos y los resultados financieros son más que razonables, es para mantener y tender a quedarse en ese mundo”.


¿Existen brechas por mejorar en esta industria?

“De ninguna manera significa que todo esté bien o ya no hay más que hacer, por el contrario, lo que está sucediendo es que se inició una nueva etapa con nuevas exigencias y a veces, pareciera que la industria no se ha dado cuenta. Hace pocos días un sector de Santiago tuvo un grave problema de contaminación en el agua potable, producto que terceros depositaron, en un acueducto, los desechos de baños químicos de una constructora. La misma empresa, el año anterior tuvo una emergencia similar debido a la rotura del ducto de petróleo en la Parva”.

“Por otra parte, en el norte, un operador de una planta de agua potable, por error incorporó combustible al flujo de agua y parte de la población de la localidad consumió agua contaminada, incluso se debieron suspender las clases. El año pasado, en el litoral cayó una voluminosa piedra sobre una aducción produciendo una rotura que tuvo dos días a más de la mitad de la ciudad sin agua, inundando viviendas del sector y alterando las actividades de la ciudad y de las personas. Otra empresa sanitaria, contaminó con aguas servidas los lagos Llanquihue y Panguipuye, dañando el ecosistema de aquellos, que además son un importante centro turístico del sur, afectando a las ciudades y las personas que trabajan en el sector turismo”.


Gabriel Caldes es tajante en señalar que estas emergencias no son nuevas, “lo nuevo es el efecto reputacional y de desconfianza que generan hacia el modelo sanitario y las empresas, que dependiendo de la reacción de la comunidad pueden generar una crisis de proporciones. No es posible que ingresen productos químicos a las redes de agua y la empresa no los detecte a tiempo, o que no se tengan identificado los puntos de riesgos de las matrices de gran diámetro que puedan producir daño o alterar la vida de la ciudad y de las personas y menos aún, descargar aguas servidas crudas en los lagos de ciudades que viven del turismo y con el nivel de exigencias medio ambientales actuales, sin que se tengan claras las soluciones y consecuencias”.

El autor del Libro “La Industria Sanitaria en Chile, de Cara al Siglo XXI”, agrega que “Todos los casos mencionados muestran una debilidad operacional, que no se produce por una falta de capacidad técnica o financiera, por el contrario, las empresas tienen personal muy competente y recursos suficientes. En mi opinión, es una debilidad más “estratégica” o “ideológica”, tiene que ver con esa mirada de corto plazo y limitada solo a lo técnico y económico del servicio, que tarde o temprano, termina aislando a la empresa del contacto y la comunicación con la ciudadanía y su entorno”.


Entonces, a su juicio ¿qué deben hacer las empresas sanitarias en el Chile actual?

“En general, las empresas de servicios básicos, el foco está en el consumidor, en la ciudadanía y en la ciudad. La industria eléctrica, solo cuando escuchó y entendió lo que estaba pasando con la ciudadanía en la calle, logró un rápido proceso de reconversión que ha sido bastante exitoso. La industria sanitaria aún no ha pasado esa etapa, pero tampoco debe pasar para iniciar su reconversión”.

“Si se sigue pensando solo en la norma, lo técnico y económico, la industria continuará auto aislada. Las empresas sanitarias deben salir más a la calle, donde está la infraestructura de contacto con el consumidor y la ciudad, como son las redes, colectores, estanques, arranques y medidores que son el punto de contacto más relevante. Es donde se originan en un 80% o 90% de las suspensiones masivas de servicios, las pérdidas de agua y los reclamos de la comunidad. Estas infraestructuras carecen de una reposición y mantención oportuna, sin mencionar la escasa o ausencia de tecnologías modernas que permitan una operación que facilite la vida de la ciudadanía”.


¿Cómo es la percepción de los chilenos sobre los servicios de agua potable y alcantarillado?

“En los estudios de percepción de los clientes, que publica la SISS anualmente, se observa que existen entre 550.000 y 620.000 quejas durante los últimos cinco años a nivel de país. De éstas, el 70% de ellos tienen su origen en el arranque o en el medidor. Sin embargo, se sigue operando como hace 10 años, sin incorporar cambios tecnológicos importante.  A ello se agrega que se observa que desde el año 2015, el servicio sanitario se encuentra calificado en todos los conceptos de evaluación, como el peor servicio en el último lugar, (Gas, Electricidad, Telefonía y Servicios Sanitarios)”.


En este escenario, ¿considera que las empresas sanitarias chilenas han asumido prácticas sostenibles en sus operaciones?

“Conceptualmente la sostenibilidad económica, está dada por el modelo tarifario que fija un precio del servicio que cubre los costos e inversiones. Por otra parte, la sostenibilidad técnica está fundada en la norma, donde el proceso productivo se inicia con la captación del agua y termina con la devolución de las aguas servidas tratadas a la naturaleza, de manera que conceptualmente el proceso aplicado por las empresas es sostenible. En la práctica, existen problemas en algunas empresas, que aún no han sido resueltos y atentan contra la sostenibilidad, como son las pérdidas de agua, el tratamiento y disposición de lodos, la falta de un manejo más eficiente de la energía, la reposición oportuna de infraestructura, la calidad del agua potable, la falta de gestión de riesgos y emergencias, relación con la comunidad, etc”.


¿Es posible llevar la industria sanitaria a un estado de mayor involucramiento en la dinámica social, ambiental y política de la sociedad chilena?

“Los Operadores de servicios básicos y monopólicos a los cuales el Estado los regula y fija sus tarifas, deben cumplir o realizar solo aquello que la ley exige y lo que financia la tarifa. El cumplir con actividades distinta de aquellas, es solo iniciativa y responsabilidad de la empresa”.

“Lo que sucede, es que la industria hoy no lo considera necesario, no ve cual es el beneficio de tomar un rol más proactivo frente a la comunidad, además que nadie se lo está exigiendo. Esto implica tomar un protagonismo más político y en eso, esta industria no está interesada y tampoco preparada, incluso su gremio ANDESS”.


¿El actual marco regulatorio de la industria sanitaria cumple con los estándares internacionales, en términos operacionales, normativos y de sostenibilidad?

“Este marco es de 1989, cuando el país y el mundo era muy distinto… no existía internet ni redes sociales, se desconocía el calentamiento climático y se iniciaba recién la normativa ambiental. Por otra parte, este marco normativo se concibió para incentivar las inversiones en infraestructura que faltaban para obtener el acceso universal de las personas a estos servicios y en especial al tratamiento de las aguas servidas, meta que se cumplió, hace tres o cuatro años. Hoy las exigencias son otras”.


Pero en todos estos años… ¿nada se ha hecho en la materia que se pueda destacar?

“El año pasado, por iniciativa de un grupo de parlamentarios de todas las sensibilidades políticas y con una débil oposición de las empresas sanitarias, se tramitó y aprobó en forma unánime en la Cámara de Diputados, una ley modificando el modelo sanitario. Hoy se encuentra en el Senado.  Al margen si se aprobará o no, el contenido del proyecto de ley no apunta a los temas que se requieren para modernizar el marco normativo. Las propuestas de modificación a la norma, no cuentan con fundamentos o estudios técnicos que la respalden o lo que se pretende resolver. Creo que responde más a una visión política, lo cual no es criticable, pero se debe fundamentar. Sin duda, es una señal que algunos sectores de la comunidad están presionando para incorporar cambios al marco jurídico y se debe estar preparado”.

“La industria sanitaria no ha desarrollado una cultura de debate o discusión, lo que les ha impedido tener y expresar su pensamiento y voz propia o marcar posiciones en los grandes temas del sector, como la modificación al marco regulatorio, o en el debate hídrico, o en la ley de Agua Potable Rural”.


En ese mismo sentido, ¿qué modificaciones es necesario implementar?

“El marco normativo demostró que fue eficaz para incentivar y lograr las coberturas de los servicios sanitarios y los indicadores así lo demuestran. Hoy, es necesario saber que quiere el Estado y la comunidad en 20 años más del agua potable, alcantarillado y tratamiento de las aguas servidas. Por su parte, las empresas, también deben desarrollar una propuesta propia para la sociedad de los próximos 20 años.  Es cierto que algunas empresas están trabajando temas de futuro como producción de bio-energías con los lodos, energías ERNC y otros, pero falta un debate mucho más más amplio, que mire más allá de lo operativo y de la última línea de los estados financieros”.

“Hoy corresponde hacer algunos ajustes al modelo, es necesario orientarlo a la reposición y mantenimiento de la infraestructura, incorporación de tecnología que beneficie a los consumidores y la ciudad, con mirada más de Smart City y gestión sostenible, con mayor participación de la comunidad y porque no decirlo, ampliarles el giro. Estas empresas podrían perfectamente bien hacerse cargo de la inversión, construcción y operación de los colectores de aguas lluvias. Este tipo de infraestructura, producto del cambio climático, es cada día más importante para mitigar los impactos en la ciudad de inundaciones o aluviones y requiere de una gestión especializada y eficiente y estas empresas se dedican a eso”.


¿Y estos ajustes son también necesarios en los organismos fiscalizadores como la Superintendencias de Servicios Sanitarios?

“Este análisis también es aplicable a la Superintendencia (SISS). Este organismo tampoco se ha modernizado, sigue con una fiscalización un tanto obsoleta y presencial, solo referido a lo técnico y lo normativo. La incorporación de tecnología le permitiría, al regulador, aumentar su eficiencia fiscalizadora y su gestión, pudiéndose anticiparse a los hechos. La cantidad de datos e información sin procesar y analizar que tiene la SISS es muy significativa, faltan conceptos como BIG DATA, controles on line, rendiciones de cuentas, contar con unidades de estudios que permitan ir capturando las mejores prácticas, procesos, equipos y tecnologías para actualizar las normas, etc. Finalmente, también se deben entregar nuevas facultades a este organismo, que pueda fiscalizar más allá de la norma en lo técnico y la tarifa, para poder hacer nuevas exigencias o que puedan fiscalizar operaciones financieras que afecten al modelo, la tarifa o la comunidad”.


Gabriel Caldes, un profesional que divide su vida entre regiones, la capital y el extranjero…  que se apasiona por la historia, presente y futuro del sector sanitario Chileno y que por lo mismo analiza y propone cambios para avanzar hacia una mejor gestión y compromiso de los actores involucrados en la prestación, fiscalización y legislación asociada a servicios básicos tan importantes -como el agua potable, el alcantarillado y el tratamiento de aguas servidas-  para el bienestar de todos los chilenos.

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