[Entrevista] Jimmy Tapia, el Guasón de Rancagua: “Le tienen miedo a este mundo, porque este es otro mundo”

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Su vida está marcada por luces y sombras, pero son precisamente estas últimas las que lo llevan a crear y vivir apasionadamente el personaje del Guasón, un hombre que vive para dar alegría, cultura y apoyo a niños, niñas y adolescentes que cohabitan a diario con la delincuencia, la drogadicción, la indiferencia y el desamparo en uno de los barrios más peligroso y postergados de Rancagua, en la región de O’Higgins


Por: Luis Fernando Rodríguez

Jimmy Tapia Bustos, nació en Santiago hace 46 años atrás. Hace ocho que vive en Rancagua y desde el 2020 impulsa con dedicación y esfuerzo una modesta biblioteca popular que ha levantado con sus propias manos, con materiales reciclados, con donaciones y el permanente apoyo de decenas de vecinos.

La vida de Jimmy no ha sido fácil, está marcada por la violencia y el abandono de la sociedad, a pesar de ello sonríe continuamente. Ha estado preso varias veces, pero asegura que ha cambiado, que hoy tiene razones para vivir. “Todo lo que hago hoy es para los niños”, nos dice con voz quebrada mientras cruza sus manos y mira los estantes atiborrados de viejos libros.

Por estos días trabaja arduamente en la organización de una fiesta de Halloween para los más pequeños de uno de los barrios más golpeados por la delincuencia en la capital regional de O’Higgins. En paralelo, construye un vivero para contar con un espacio verde en medio del cemento, la droga y el hacinamiento. Se emociona al relatar los detalles de lo que está armando. “Acá colocaremos una puerta, cambiaremos el huerto, tendremos un taller de cocina”.


¿Cómo y cuándo surge el Guasón?

“El Guasón surge en el estallido social, a propósito de la película, porque él sufrió igual que yo. Esa risa que tiene el Guasón nadie sabe lo que tiene detrás, no saben el pasado, al igual que el mío… me he tirado como veinte y tantos años. Ahora lo sabrán, pero me da la mismo, porque no lo oculto. Sí, fui delincuente, no me oculto de mi pasado. Me siento orgulloso ahora de quien soy, de todo lo que viví, todo lo que sufrí, y por eso yo no quiero que los niños pasen por lo mismo que yo pasé”.


¿Qué tan distinto es el Jimmy del Guasón?

“Es el mismo, es un bandido pensando, porque en mi entorno hay que ser bandido para pensar, para cuidar esto tengo que ser bandido, y lo voy a seguir siendo, para cuidar el espacio de los niños y de mi gente. Aunque haya tenido mi pasado de choro, digamos ahora soy un choro como se dice hueón, pero a lo hueón cuido mi espacio”.

¿Qué lesiones de vida te dejo la cárcel?

“Hay que saber vivirla, hay que ser un guerrero, un peleador, “tenís” que ganarte tu espacio y por eso tampoco quiero que los cabros se pierdan y se vayan presos, porque sufre la familia, porque es otro mundo, no es el mismo de aquí en la tierra. Por eso les doy el consejo a los jóvenes que se creen digamos vivos entre comillas, muchos no los son, porque un vivo lucha por su gente, por sus poblaciones”.

“Aprendí a sobrevivir, a ser más fuerte. Mi mamá se quemó a lo bonzo cuando yo estaba preso. Estaba haciendo quince años. Mi hermano se ahorcó, Mi papito murió el año pasado”.


¿Qué pensaría tu padre al verte hoy?

“Estaría contento, acá estaría con la silla de ruedas. Yo lo llevé hasta las marchas, le encantaba. Lloraría porque era llorón igual que yo. Él me dio la fuerza para hacer esto, para que los niños no pasen lo que viví yo, sacarlos de este mundo. Siempre me decía cambia, cambia y aquí estoy”.


Al Guasón le cuesta hablar fluidamente, sus palabras son inentendibles a veces, le cuesta hilar frases completas. El año pasado fue víctima de una golpiza que le propinó un vecino y que lo tuvo en coma por tres días.

“Yo estaba limpiando todas las escalas, justo en la pandemia. Vengo tirando “pela” y él se tomó las palabras. Después que llegue del hospital me mandó a buscar y me pidió perdón. No soy rencoroso, y también lo voy a ayudar porque tiene una nieta enfermita. Independiente que como me dejó, porque de repente me cuesta hablar, pero estoy vivo gracias a Dios. Yo amo a Dios, le tengo miedo, le tengo respeto, y esto que hago es para los niños y sus familias”.

¿Acá en el barrio te critican por lo que haces?

“Aquí sí, pero no quiero hablar de ese tema porque me da lo mismo, yo no les tengo mala ni odio. Yo hago las cosas que a mi me gustan, que a mi me nacen y al que no le guste… cada uno en su espacio”.


Para el entorno de Jimmy su trabajo requiere de un apoyo mayor, para muchos de los colectivos con cuales él se relaciona y sus vecinos, consideran que está dando una pelea solo, que debiera ser la sociedad en su conjunto la que lo acompañe, es decir al estado, el municipio y los privados, son quienes deben hacerse cargo de entregar soluciones concretas a los problemas que afectan a diario a las miles de familias emplazadas en territorios vulnerables.


¿Qué piensa el Jimmy cuando escucha hablar a las autoridades, que van a terminar con la delincuencia o que una empresa “x” hace una donación a una campaña política?

“Que es mentira, no les creo. No me gusta la política y tampoco soy de algún partido político, pero tengo muchos amigos que son políticos, pero ellos saben que la política no me gusta, pero si los puedo apoyar con cualquier beneficio”.

¿Y tú como la harías?

 “Dando cultura, es lo mejor. Que en vez de represión haya cultura. Porque eso es lo que nos falta a todos. A mi falta mucha, mucha cultura, pero lo poco que sé, lo entrego. Y que mejor que vamos entregando y entregando. Con los mismos chicos de “Malabares”, de “2,0”, los de las batucadas, los Bioenergética, los del “K”, los chicos del circo, me apañan en todo y damos cultura. Y si un cabro dice “que bonito lo que hacen, me voy a unirme… cómo lo puedo hacer”.  Aquí está la biblioteca po, unámonos todos, como vecinos, como amigos, unámonos, aunque no nos conozcamos, cambiemos el chip”.


Estallido Social

Tú marchaste, fuiste parte del estallido social, de la esperanza de una nueva constitución, ¿qué reflexión te deja el resultado del plebiscito?

 

“Yo aprobé hasta el último, por mi ética, aunque no me gustará, aprobé. Lo que pasó fue que mucha gente tenía miedo que le quitarán su casa, porque aquí en las poblaciones no había información. Se dedicaron para allá, pal centro, para Machalí y por qué no llegaron aquí donde se necesita. Decirles esto está pasando, pero no llegaron. Le tienen miedo a este mundo, porque este es otro mundo”.


¿Qué motiva al Guasón hoy a levantarse todos los días?

“Hacer el taller de cocina, cambiar el huerto. Qué alguien venga y diga “al Guasón le faltan más talleres para sacar más gente de este mundo”. Acá llega mucha gente a conversar conmigo, son drogadictos, yo no puedo darles la ayuda que ellos necesitan, pero si les puedo dar consejos, escucharlos. Vivo al día a día, no sé lo que pueda pasar mañana o pasado mañana, pero yo sé que lo que deje va a hacer hermoso para los niños”.


Jimmy nos acompaña hasta el auto mientras una vecina, que va con una pequeña de la mano, le pasa una pequeña chaqueta de frak. “Ella es la Nonita, está feliz porque haremos la fiesta de Halloween”, nos explica con una cara llena de risa.

El Guasón nos abraza con fuerza al despedirnos y nos da las gracias con sus ojos llorosos, nos confiesa que está feliz porque su historia será contada y otros conocerán el trabajo que está realizando de forma silenciosa para cuidar a los niños, nutrirlos con cultura y entregarles esperanza de un mundo mejor.


 

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