Por: Jadille Mussa. Arquitectura del Paisaje, U. Central
Cada año la humanidad enfrenta un recordatorio brutal: el Día del Sobregiro Ecológico, calculado por la organización Global Footprint Network. Es el momento en que el planeta ya no puede regenerar lo que consumimos.
Como si viviéramos de una cuenta de ahorro natural y cada año la vaciáramos más rápido. Este año 2025, la fecha global ha caído a finales de julio. A partir de ahora, todo lo que usamos, agua, energía, comida, materiales y más, es extraído a costa del futuro.
Este índice no es simbólico, es contable. Registra cuánto territorio biológicamente productivo necesita un país para sostener su estilo de vida actual. ¿Y la respuesta? Necesitamos casi dos planetas para mantener este ritmo de vida.
Las consecuencias no son abstractas, lo vemos en la desertificación, crisis hídrica, pérdida de biodiversidad, incendios, olas de calor y en la creciente desigualdad ambiental. Pero lo más doloroso es lo que esto implica para quienes menos responsabilidad tienen y más lo sufrirán: las niñas, niños y jóvenes.
Aquí es donde la educación, en especial la superior, no puede seguir siendo neutral. Los docentes universitarios tenemos una tarea que va mucho más allá del aula: formar agentes de cambio. No basta con entender la crisis, hay que incomodarse con ella. Hay que enseñar a ver sus causas estructurales, sus vínculos con el modelo económico, la cultura del descarte y la política del cortoplacismo.
Tenemos que fomentar conciencia crítica, intergeneracional, que valore el cuidado como principio ético. Con la juventud, despertar la acción; con los niños, sembrar respeto por la vida; con los adultos mayores, recuperar la sabiduría de una vida más frugal, más conectada con los ciclos naturales.
¿Y qué pasa en Chile, el mejor alumno de Latinoamérica? En nuestro país, el Día del Sobregiro Ecológico llegó el 17 de mayo. ¿La ironía? Ese mismo día se conmemora el Día Internacional del Reciclaje.
Todo muy simbólico para un país que se declara “verde”, pero sigue enterrando basura y comprando ropa como si no hubiera mañana.
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