Por: Valentina Ulloa. CEO de Taxcode.
Cada vez que se acercan las elecciones, la descentralización vuelve a escena como promesa recurrente. Se habla de llevar decisiones y recursos fuera de la capital, pero poco se menciona un obstáculo silencioso que impide ese avance: los desafíos tributarios que enfrentan contribuyentes y empresas en regiones.
No es un problema visibilizado, pero afecta directamente la capacidad de desarrollo regional y el cumplimiento tributario justo.
Cuando los sistemas no se comunican entre sí, los datos tributarios se pierden entre planillas y validaciones manuales, generando errores, lentitud y sobrecarga operativa. En regiones, la falta de interoperabilidad y especialistas tributarios agrava las brechas: los cierres contables colapsan, los formatos no son compatibles y la trazabilidad de la información se vuelve casi imposible.
Chile ha avanzado con la factura electrónica y los formularios en línea, pero digitalizar trámites no es lo mismo que digitalizar procesos. Mientras no existan estándares comunes ni interoperabilidad real entre bancos, plataformas, sistemas contables y el SII, el cumplimiento tributario seguirá dependiendo del esfuerzo humano y de un alto riesgo de error.
Esta fricción técnica produce una centralización práctica. No por decisión política, sino por una consecuencia lógica: se tributa donde hay servicios, se contrata donde hay especialistas y se invierte donde el riesgo es menor. Así, la tributación refuerza la desigualdad territorial, transformándose en una barrera estructural para el desarrollo regional.
El SII ha evidenciado diferencias importantes en cumplimiento tributario entre sectores y regiones, con anulaciones de impuestos por más de $722 mil millones en la última década. Son cifras que reflejan un sistema que castiga más al que está lejos de los centros administrativos.
Las consecuencias son amplias: menor productividad, desventajas competitivas para las pymes regionales, pérdida de confianza fiscal y concentración del talento en Santiago.
Cuando los datos fluyen correctamente, mejora el flujo de caja y la previsibilidad de las empresas. No se trata de grandes reformas, sino de mejoras concretas en trazabilidad, interoperabilidad y automatización tributaria.
En tiempos de campaña, la descentralización no debe limitarse a infraestructura física, sino también incluir la infraestructura digital y tributaria del país. Porque mientras los datos sigan viajando mal, Santiago seguirá ganando por simple inercia.
Repensar el sistema tributario desde las regiones es una necesidad urgente para una descentralización real y sostenible.
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