Chile: Gran triunfo de la Centro-Derecha

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Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador chileno, estudia la Sociedad  Digital y la Gestión del Conocimiento.  Fue Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile


Al término de la primera vuelta señalé que el país se encontraba sumido en la desconfianza, con una economía en el suelo y niveles de desempleo severos que duelen a la familia chilena, lo que sería un costo a pagar por la centro-izquierda de Bachelet y Guillier.  Al mismo tiempo advertía sobre una ácida crítica ciudadana hacia una centro-derecha a la que se le reclama más generosidad en la distribución de los beneficios del progreso, en el fortalecimiento del sentido de comunidad nacional y en la generación de bienes públicos.

Unos, en la centro-izquierda, aparecían muy generosos para distribuir riqueza mostrando escasa capacidad para generarla. Mientras en la centro-derecha se observaba un equipo solvente en lo económico y desplazándose tímidamente hacia el compromiso social.  La ciudadanía optó por lo que le pareció más seguro, creyó en el discurso de este sector y espera CAMBIOS hacia un modelo de desarrollo de mayor equidad y compromiso social.

El proceso de polarización observado en la primera vuelta, más que un corrimiento del electorado, fue un voto de protesta, de rechazo al estado de las cosas.  Lo dijimos oportunamente, más del 55% del padrón electoral no concurrió a votar y el centro político estuvo vacío, los Independientes sintiéndose empujados hacia fuera, amplios sectores ciudadanos sintiéndose desatendidos.  Por cierto, allí estará el nuevo centro de acción para consolidar el futuro político del sector, marcar tendencias más allá de una elección, que dé continuidad a la centro-derecha.

Piñera apostó por la humildad, la unidad nacional y proximidad con la gente, dejó la racionalidad de lado para asumir la emocionalidad, fue capaz de mostrarse más maduro y solvente en el sensible tema del crecimiento económico y el énfasis social.  El desafío ahora consiste en consolidar un amplio sector que tenga cohesión política.  Los nuevos liderazgos mostrados en la campaña presidencial deben articularse con equipos, contenido y disciplina, superando el individualismo y caudillismo mostrado por algunos de ellos.

En la centro-izquierda el desafío será más complejo, debe generar más articulación y menos oportunismo e improvisación.  Abrir espacios a los nuevos liderazgos, articular un discurso con un contenido más claro y con mayor sentido ético.  Se debe generar espacios de participación que permitan articular esa diversidad logrando equilibrar la ex Concertación con la sabia joven del Frente Amplio, autodenominado la verdadera izquierda.  Muchos deben sentir el peso de haber traicionado a su mejor liderazgo, que habría sido capaz aglutinar a ese sector y logrado un mucho mejor rendimiento electoral, me refiero a la persona de Ricardo Lagos.  En ese sector, quizás el desafío más doloroso será la rearticulación de la Democracia Cristiana, que ha quedado en una condición política y electoral deplorable al término de este proceso.

La política chilena debe asumir una verdad indesmentible, “la unidad hace la fuerza”, todos los actos divisionistas o exclusivistas pagan su precio.  Lo dijimos, el Frente Amplio quedó en una posición insostenible, criticó tan ácidamente a la Coalición gobernante que genero una sinergia que les costó la elección.  Otra gran lección es que no se puede seguir haciendo más de lo mismo, ni esa izquierda trasnochada al estilo castrista o peor aún Chavista, que quiso revivir Guillier, puño en alto gritando “Hasta la victoria siempre”, ni la derecha crudamente neoliberal que al beneficiar a los dueños del dinero termina dañando la dimensión social de la política con sus secuelas electorales.

Veremos cómo el país enfrenta y supera esa tendencia hacia una política marcada por la farándula, el sentido de espectáculo, de opinólogos, del que Guillier también tiene algo, para volcarse hacia lo programático, la planificación, la articulación de equipos con vocación profesionalizante y que expresen el auténtico sentido de la política con sentido republicano, ciudadano y social.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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