Por Rodrigo Cabot. Gerente de I+D en Ecosistemas Global.
Una falla de software puede costarle millones a una empresa, pero el daño a la reputación puede ser irreversible. En efecto, los errores tecnológicos se han convertido en una amenaza silenciosa para la continuidad del negocio, especialmente en sectores regulados y muy expuestos al cliente.
En Argentina, por ejemplo, más del 40 % de las empresas pierde entre 1 y 5 millones de dólares al año por fallas técnicas. Sin embargo, el verdadero impacto no se limita a lo económico: está en la reputación, la confianza del público y la continuidad operativa.
En ese escenario, el aseguramiento de calidad (QA) se consolida como un escudo ante los riesgos actuales. No obstante, no se trata sólo de evitar fallas del sistema, sino también de proteger la experiencia del usuario. El QA garantiza la calidad del software y es un seguro reputacional.
La combinación de buenas prácticas en QA, automatización y equipos capacitados permite evitar interrupciones, ahorrar costos y proteger la marca. Para la alta dirección, el QA no es un gasto operativo, es una inversión estratégica en reputación, continuidad y experiencia de cliente.
Según el State of Software Quality Report 2025, patrocinado por Ecosistemas Global, las organizaciones con alto grado de automatización y madurez en QA reportan +32% de satisfacción del cliente, -24% en costos operativos y -11% en el tiempo de llegada al mercado.
Estas métricas son críticas en momentos de fuerte tráfico digital, donde la experiencia del usuario y la resiliencia del sistema son claves, como en Cyber Monday o Black Friday.
En Chile, la participación del comercio electrónico alcanzó 12,3 % de las ventas minoristas el año pasado y movió USD 11.500 millones, con un crecimiento del 8%. Así, una caída del sistema durante horas críticas podría afectar entre el 0,5 % y 2 % de las ventas del día, generando pérdidas de millones de dólares.
El poder de la IA
De acuerdo al reporte, el 82% de los profesionales afirma que la Inteligencia Artificial (IA) es clave para el futuro del QA. Una entidad bancaria puede reducir un 92% el tiempo de testing (de 32 a 2,5 horas) gracias a la automatización, evitando errores y liberando versiones cada 15 días sin comprometer la calidad.
Asimismo, una aseguradora puede lograr un ahorro del 95% en regresiones, liberando al equipo para tareas estratégicas, mientras la visibilidad en tiempo real permite detectar errores antes de llegar al usuario final.
El uso de algoritmos de IA para generar scripts y escenarios de prueba acelera el desarrollo, incrementa la cobertura del testing y reduce errores humanos. No obstante, esta tecnología no reemplaza la mirada humana, que sigue siendo esencial para definir qué testear y cómo interpretar resultados.
La estrategia de pruebas debe incluir factores de seguridad, especialmente en sectores como fintech, salud o e-commerce. El QA combinado con pruebas de penetración actúa como un seguro corporativo ante vulnerabilidades y brechas de seguridad.
En definitiva, el desafío ya no es solo tecnológico, sino reputacional, estratégico y humano.
Las empresas que comprendan esto tendrán una ventaja sostenible en un entorno cada vez más dinámico.
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