Transformar 1.428 campamentos y pasivos ambientales en motores de desarrollo social y urbano es hoy una de las principales demandas del sector ambiental y urbanístico. La propuesta busca incorporar la remediación de suelos como un pilar estratégico de la política habitacional chilena, permitiendo convertir terrenos degradados en espacios habitables y seguros.
La crisis habitacional y ambiental se concentra en comunidades donde más de 120.000 familias viven sin acceso a servicios sanitarios básicos, lo que incrementa la contaminación del suelo con metales pesados y residuos. Esta situación amenaza la salud pública, afecta el medio ambiente y limita el desarrollo territorial de las zonas más vulnerables del país.
“La proliferación de campamentos no es solo un desafío de vivienda; es una amenaza directa. Recuperar suelos contaminados debe ser la base de cualquier política urbana sostenible”, afirma José Manuel Bellalta, gerente general de GB Cinco Ambiental.
Remediación de suelos: base para una política habitacional sostenible
Para revertir la crisis y promover un desarrollo urbano inclusivo, se proponen tres líneas de acción: remediación técnica, regulación jurídica y reconversión territorial.
La remediación de suelos urbanos requiere aplicar estándares técnicos de descontaminación que eliminen riesgos sanitarios y permitan el uso seguro de terrenos para proyectos de vivienda y espacios públicos. Este proceso integra la planificación urbana y fortalece la cohesión social.
El segundo eje apunta a una Ley Marco de Suelos, que defina criterios de remediación, financiamiento y responsabilidades. Con ella se podrían recuperar más de 10.000 sitios potencialmente contaminados, hoy sin regulación ni control efectivo.
El tercer pilar consiste en una reconversión estratégica de pasivos ambientales —como antiguos sitios industriales o mineros— hacia viviendas sociales, equipamientos comunitarios y áreas verdes, integrando territorios históricamente excluidos del desarrollo urbano.
“Sin una ley que reconozca al suelo como elemento esencial del hábitat y promueva la remediación como inversión en comunidades seguras, seguiremos posponiendo la transformación territorial”, sostiene Bellalta.
La remediación como inversión y motor de desarrollo sostenible
La remediación de suelos contaminados debe ser entendida como una inversión estratégica, no solo como gasto público. Modelos internacionales impulsados por ONU-Habitat demuestran que la participación privada y la gestión integrada pueden financiar la recuperación mediante la revalorización del suelo y plusvalías urbanas.
Una Ley Marco de Remediación permitiría atraer corrientes de financiamiento global, al reconocer el suelo como un activo sostenible y motor de la transformación urbana. Esta visión integraría el componente ambiental, social y económico bajo una misma estrategia.
“Es hora de avanzar con claridad jurídica y visión económica-territorial”, concluye el ejecutivo, destacando que la remediación ambiental puede convertirse en un pilar del desarrollo inclusivo y sostenible de Chile.


