[Opinión] Entre las letras y los números

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Por: Álex Becerra E., Sub Gerente General Casinos River SpA


En estos días de convulsión social, es necesaria la reflexión desde la búsqueda del bien común. Es por esta razón que deseo comenzar esta primera columna con la cada vez más vigente frase de la obra literaria “Terre des hommes”, de Antoine de Saint-Exupéry, el inolvidable autor de “El Principito”:

 “Ser hombre significa ser responsable, avergonzarse ante la miseria, aunque ostensiblemente no se tenga la culpa de ello. Sentirse orgulloso ante el éxito de otros y experimentar que con la piedra propia, se contribuye a la construcción del mundo”

La reflexión parte desde que la búsqueda del denominado bien común no es una tarea solo del gobierno de turno, sino que implica una ineludible responsabilidad cívica de todos los que formamos sociedad.

Necesitamos más derechos, pero también necesitamos más obligaciones. Esto porque son las obligaciones, tanto morales como económicas, las que forman una mejor sociedad. Si solo tenemos una de ellas, la sociedad se estanca. El desarrollo no solo debe producirse en el ámbito económico sino también en lo moral y cultural.

Vivimos en un mundo dominado por los KPI, esto es, indicadores que contribuyen a medir y cuantificar nuestro trabajo, definiendo previamente unos objetivos y unas actividades todo lo cual permite llegar a la consecución de dichos objetivos.

En este contexto, la sociedad se fijó un KPI solo numérico para medir si estábamos bien o mal como país, y el mundo de las cifras y los porcentajes comenzaron a definir las políticas sociales, entonces: ¿cómo un número puede cambiar la persecución psicológica de vulnerabilidad?

El panorama actual resulta entonces convulsionado porque nos estamos llenando de ataques a quienes opinan diferente y es porque unos hablan con letras y los otros con números. No hay comunidad en los mensajes, no hay entendimiento ni voluntad para lograr la comunicación deseada. Los seres humanos de esta sociedad de tantas demandas no se entienden porque emplean idiomas diferentes, y no quiere decir que uno esté equivocado en sus convicciones y el otro bien, sino que no se entienden, no se produce la comunión de ideas, necesarias para el logro de ese anhelado bien común. Hablo desde el bien pensar, porque obviamente existen abusos, no me tapo los ojos ante ellos.

El tema es si se pueden resolver los problemas desde una sola mirada y la respuesta obviamente es no. Necesitamos esos números (KPI económico) y necesitamos esas letras (KPI psicosocial), pero no que se mezclen y formen un solo ente, sino que se complementen desde la tolerancia, manteniendo esa individualidad que permite la diversidad de opiniones.

El país crece con la diversidad de visiones. Porque esa multiplicidad de visiones nos demuestra que existen diferentes caminos que pueden llegar a una respuesta anhelada.

Hoy, “yo tengo razón” parece ser mucho más importante que llegar al “te comprendo”. Está casi prohibido mostrar entendimiento y solo callamos para pensar en qué contestar y no para escuchar, solo la conversación es buena si logramos imponer nuestro parecer. Pero muchas veces ese parecer nuestro no considere el de los otros, con una mezquindad que ni siquiera es atisbada.

Acá está la invitación a conversar con el del lado y escucharlo, regalar silencios de atención y compartir distintas visiones, nadie tiene la razón como ninguno está equivocado, solo que las verdades son múltiples, hay tantas verdades como ojos que las observan. Y esa sencilla lección es una de las más complejas de asumir.

Para lograr lo anterior los medios de comunicación son esenciales para el cambio de este modelo, porque deben comenzar a jugar un rol social que parecen haber extraviado: el de informar. Pero el informar es un deber de rigurosidad, no se puede informar superficialmente, no se puede informar desde la posición personal de quien modeló el discurso y mucho menos informar desde la comodidad de un escritorio, sin realizar la investigación de las fuentes. Informar bien o mal modela sociedades.

Ése es el poder que hoy necesitamos que cumplan los medios de comunicación, el de ser el puente objetivo de comunicación entre las letras y los números.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


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