En el extremo sur del planeta, donde la cordillera de Darwin se hunde en los fiordos australes y el viento escribe la historia del territorio, emerge una propuesta que busca redefinir la relación entre turismo, conservación y desarrollo local.
Lodge Almirantazgo, impulsado por Holding Solo Expediciones, se levanta en el seno Almirantazgo, en Tierra del Fuego, con el propósito de transformar este rincón del fin del mundo en un referente internacional de turismo sustentable y de experiencias territoriales.
Más que un alojamiento, el proyecto se plantea como un laboratorio de convivencia entre naturaleza, identidad y sostenibilidad. Su diseño arquitectónico y cultural rinde homenaje a la memoria Selk’nam, mientras su modelo de operación se sustenta en la eficiencia energética y el respeto por los ecosistemas subantárticos.

“Queremos abrir una nueva ruta de exploración responsable hacia el sur de Tierra del Fuego, posicionando esta zona como un destino internacional de turismo sustentable. Aquí, los viajeros no solo vienen a observar la naturaleza, sino a reconectarse con ella”, afirma Alejandro Solo de Zaldívar, gerente general de Solo Expediciones.
Un nuevo polo de desarrollo para Tierra del Fuego
Ubicado en Caleta María, conocida como el fin del camino, el lodge ofrecerá una experiencia íntima para solo 16 huéspedes, integrando confort y sentido de pertenencia territorial. El emplazamiento —donde alguna vez funcionó un aserradero hoy abandonado— es también símbolo de los ciclos económicos que han marcado la historia de Tierra del Fuego. Su reconversión hacia el turismo sustentable representa, por tanto, una nueva etapa para el desarrollo regional.
La iniciativa contempla la habilitación del aeródromo de Caleta María, mejorando la conectividad aérea con Punta Arenas y abriendo un circuito de navegación que consolidará un nuevo corredor turístico entre el Estrecho de Magallanes y el seno Almirantazgo. Este esfuerzo no solo busca atraer visitantes, sino también generar encadenamientos locales, incorporando proveedores y mano de obra regional.
“El lodge se ambientará siguiendo el legado Selk’nam, otorgándole una forma particular al lugar. Queremos que cada visitante sienta que entra en un espacio con alma, que conecta con la historia profunda del territorio”, agrega Solo de Zaldívar.
Turismo para conservar, no para ocupar
Desde su operación, el modelo de Solo Expediciones se alinea con una tendencia global: viajar para conocer y conocer para proteger. En lugar de promover la masividad, el proyecto apuesta por experiencias personalizadas, donde el contacto con la naturaleza refuerza el compromiso con su preservación.

Las excursiones permitirán explorar fiordos como Parry, Ainsworth o Brookes, navegar entre glaciares y observar fauna marina en su entorno natural. Embarcaciones como Isla Isabel e Isla Marta —propiedad del holding— harán posible el acceso a zonas que hasta ahora solo científicos y exploradores habían alcanzado.
La gastronomía local será otro pilar. Basada en productos de origen fueguino como la centolla, los ostiones o el cordero magallánico, busca poner en valor la identidad culinaria del extremo sur y su relación con la comunidad. Cada plato contará una historia del territorio y del vínculo entre quienes lo habitan y su entorno.
Hacia una economía territorial
El proyecto ha despertado interés en los gremios turísticos de la región. Daniela Rodríguez, gerente de Austro Chile, destacó que “Lodge Almirantazgo es un ejemplo de cómo el turismo puede generar desarrollo sin perder el foco en la sostenibilidad. Es una oportunidad para descentralizar la oferta, fortalecer comunidades y atraer a un viajero más consciente y comprometido con el territorio”.
La dirigente agrega que este tipo de iniciativas “envían una señal de confianza que impulsa a otros actores a invertir en proyectos con propósito”, fortaleciendo la visión de una Tierra del Fuego que se desarrolla desde su identidad natural y cultural.
Con su apertura prevista para 2026, Lodge Almirantazgo podría convertirse en un ícono del turismo sustentable en el Cono Sur, marcando un nuevo ciclo para el desarrollo de Magallanes y la Antártica Chilena: una frontera donde el turismo se concibe no como un consumo, sino como una forma de conservación activa y participación territorial.


