El envejecimiento de la población dejó de ser una tendencia proyectada y se transformó en un dato estructural del país. Los resultados del Censo 2024 confirmaron que Chile avanza hacia un escenario donde las personas mayores representan una proporción creciente de la población, lo que obliga a revisar cómo se diseñan las ciudades y las viviendas. En este contexto, la gerontoarquitectura empieza a ocupar un lugar central en la conversación sobre planificación urbana.
Así lo sostiene la jefa de la Carrera de Arquitectura de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Daniela Villouta, quien plantea que esta disciplina surge como una respuesta directa a las transformaciones demográficas.
“La gerontoarquitectura nace como una respuesta a una necesidad cada vez más apremiante: diseñar espacios que acompañen de manera digna, segura y autónoma el proceso de envejecer. Más allá de adaptar espacios existentes, implica comprender el envejecimiento como una etapa con necesidades diversas que el entorno debe atender de forma específica y coherente”, afirma Villouta.
Los datos recientes respaldan esta urgencia. Según Villouta, el 14% de la población tiene 65 años o más, mientras que el segmento de 14 años o menos alcanza el 17,7%. Esto redefine el perfil del país y demanda nuevas aproximaciones en diseño urbano, infraestructura y vivienda.
Para la académica, “el envejecimiento ya no es un fenómeno del futuro”, por lo que dejar fuera estas consideraciones implicaría desatender a un grupo que crece de manera sostenida.
Diseño urbano para autonomía y legibilidad
La arquitecta señala que cualquier estrategia orientada a las personas mayores debe enfocarse en tres principios: integración, autonomía y legibilidad. Estos elementos permiten que la vivienda y el entorno ofrezcan apoyo cotidiano sin perder funcionalidad.

“Las circulaciones deben articular espacios que reduzcan la desorientación mediante una alta legibilidad. El diseño de baños, cocinas o estar debe facilitar el movimiento natural y reducir esfuerzos a través de configuraciones con alta visibilidad”, explica.
Añade que los espacios públicos deben sostener la continuidad del desplazamiento mediante rutas claras, señalética comprensible y áreas de descanso distribuidas a pocas cuadras. Estas características permiten evitar interrupciones en trayectos habituales y sostener la independencia de las personas mayores.
Villouta también destaca que la evidencia urbana muestra cómo la integración espacial favorece la vida comunitaria. Barrios con mayor visibilidad y conexión contribuyen a encuentros cotidianos, interacción entre vecinos y vigilancia natural, factores que inciden en la percepción de compañía y en la reducción de la soledad.
Arquitectura que incorpora bienestar emocional
El diseño gerontoarquitectónico no solo apunta a funcionalidad. También incorpora la dimensión emocional, relevante para el bienestar diario de las personas mayores. En este punto, Villouta destaca el diseño biofílico como un componente que favorece la concentración, la tranquilidad y el sentido de pertenencia.
“La presencia de elementos naturales tiene efectos positivos en la salud emocional, la concentración y la reducción de estrés. Terrazas, patios y jardines caminales generan bienestar y fomentan vínculos afectivos, mientras que la iluminación natural permite percibir los espacios como calmados y habitables”, detalla.
La académica enfatiza que espacios legibles, con luz natural y presencia vegetal, permiten que las personas mayores se orienten mejor, reduzcan esfuerzos y mantengan una relación más cercana con su entorno. Esto convierte al bienestar emocional y físico en un objetivo explícito del diseño, no en una consecuencia secundaria.
En síntesis, la gerontoarquitectura se proyecta como una herramienta urbana para enfrentar el envejecimiento poblacional con criterios que integran funcionalidad, orientación, comunidad y bienestar cotidiano. Para Villouta, el desafío es avanzar hacia ciudades capaces de acompañar la realidad demográfica del país con entornos significativos y accesibles.


