Por Luz María García. Gerenta general Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de Información (ACTI A.G.)
Chile avanza con fuerza hacia la consolidación de un ecosistema digital de escala mundial, donde los centros de datos se han transformado en infraestructura esencial para la economía digital, la inteligencia artificial y los servicios en la nube.
El informe “Chile Data Center Market – Investment Analysis & Growth Opportunities 2025-2030”, publicado por Arizton Advisory & Intelligence en marzo de 2025, indica que el mercado chileno de centros de datos fue valorado en USD $773 millones en 2024 y se proyecta que alcance los USD $1.24 mil millones para 2030, con una tasa compuesta de crecimiento anual (CAGR) de 8,27 %.
En la misma línea, otro reporte de Mordor Intelligence establece nuevamente para Chile que el mercado de centros de datos se estima en USD 0.82 mil millones en 2025 y crecerá a USD 1.24 mil millones para 2030.
A nuestro juicio, el desarrollo de centros de datos en Chile debe entenderse como un componente estratégico de la competitividad nacional. Su expansión puede impulsar el empleo tecnológico, fortalecer la infraestructura de conectividad y posicionar al país como destino confiable para la inversión digital global.
La magnitud de este crecimiento nos desafía a implementar un enfoque responsable, promoviendo estándares de eficiencia energética, innovación tecnológica y sostenibilidad ambiental. El Plan Nacional de Data Centers (PDATA) lo reconoce e incluye recomendaciones para un desarrollo equilibrado.
Y es que la sustentabilidad ya no es una opción, sino un requisito. Cada nuevo centro de datos debe ser concebido desde su huella energética, desde cómo se alimenta y enfría hasta cómo se integra con los ecosistemas locales. La eficiencia en costos y consumo de recursos será lo que determine el liderazgo de Chile frente a otros mercados.
De hecho, en Chile se proyecta que la capacidad de centros de datos se duplicará a 600 MW hacia 2030, y que la demanda eléctrica podría alcanzar 1.360 MW para 2032, consolidando la eficiencia como el factor decisivo.
El objetivo no es frenar el desarrollo, sino crecer en armonía con las comunidades y en coherencia con el entorno, asegurando que el progreso tecnológico no comprometa la sostenibilidad local. Ejemplo de esto es el reciente caso de la Corte de Apelaciones de Santiago, que ordenó revisar la autorización ambiental de un proyecto internacional por posible impacto en acuíferos, señal de que la expansión requiere evaluaciones rigurosas y planificación equilibrada.
Chile tiene las condiciones para consolidarse como el hub digital sustentable de Latinoamérica: energía limpia, capital humano especializado, marco regulatorio claro e industria en maduración. El desafío está en equilibrar velocidad y responsabilidad. Los centros de datos deben ser emblema de innovación y eficiencia, no de sobreconsumo energético.
Desde el gremio, sabemos que si como país logramos orientar esta expansión con visión de largo plazo, podremos convertir esta tendencia global en una ventaja competitiva, donde el desarrollo tecnológico avance siempre con compromiso de mejorar el entorno.
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