Por: Javier Verdejo, Luis Rodríguez y Richard Andrade
El próximo 11 de septiembre se conmemoran 50 años del Golpe Militar que sumió a Chile en una cruenta dictadura que aún mantiene heridas abiertas y ansias de justicia para miles de chilenas y chilenos… “50 Golpes del Norte, Centro, Sur y Sur Austral” recoge los testimonios de ciudadanos comunes y corrientes en busca de mantener viva nuestra memoria colectiva
María Erita Vera: “Nosotros hemos logrado establecer la verdad de lo ocurrido, sin encontrar el cuerpo”
Las cifras de la Dictadura, más que números para recordar
Clamor por justicia versus negacionismo
María Erita Vera: “Un año más de espera, un año más de decepción”
María Erita Vera: “Nosotros hemos logrado establecer la verdad de lo ocurrido, sin encontrar el cuerpo”
El 11 de septiembre de 1973, en su casa de calle Baquedano en Coyhaique, María Erita Vera vio por última vez a su padre, Juan Vera Oyarzún; obrero de 53 años y secretario general del Partido Comunista en la región de Aysén. Días más tarde el dirigente político cruzaría a Argentina, intentando escapar de las garras de la dictadura, pero los vínculos entre las F.F.A.A. de ambos países terminarían develando su ubicación.
“Nosotros hemos logrado establecer la verdad de lo ocurrido, sin encontrar el cuerpo, hemos esclarecido lo que fue la traída de mi padre, junto a Néstor Castillo y Rosendo Pérez, desde Río Mayo, con la complicidad de las policías argentinas y chilenas. A las agrupaciones argentinas les llama la atención este caso, porque fue una coordinación muy bien diseñada, antes de que se conociera el Plan Cóndor”, explicó María Erita Vera.
Los tres detenidos desaparecidos en el denominado “Caso Coyhaique”, son el primer registro de colaboración entre Fuerzas Armadas y de Orden del Cono Sur. Vínculo que, en 1976, con el inicio de la dictadura de Videla en Argentina, derivaría en lo que es conocido como Operación Cóndor, un plan de terrorismo de estado y represión política entre Chile, Argentina y Brasil.
“Se sabía de nexos, lo que se demuestra en el proceso es que sabían muy bien dónde encontrar a mi padre y primero fueron, conversaron y negociaron, en la prensa argentina aparece con nombres y apellidos. Los argentinos han logrado hacer justicia y gracias a ellos se pudo saber qué ocurrió con mi papá, quiénes formaban la patrulla, de qué color era el vehículo”, indicó María Erita Vera.
Las cifras de la Dictadura, mucho más que números para recordar
A solo meses de conmemorarse los 50 años del Golpe cívico militar que puso fin al gobierno de Salvador Allende y sumió al país a la brutalidad de 17 años de dictadura, en el Cementerio General de Santiago, el frío mármol, continúa recordando el nombre de las 1210 personas que figuran en el listado oficial de Detenidos Desaparecidos, nombre y fechas que siguen llamando a los transeúntes a no olvidar.
Sentado frente al memorial encontramos a Maximiliano, de poco más de 20 años, quien reflexionó “es fuerte ver como no existe la memoria en este país, como con el paso del tiempo se olvida todo lo que se vivió en dictadura y que no se traspase ese dolor, ese sufrimiento, para que no se vuelva a repetir la historia, es grave”.
La dictadura de Pinochet se resume en un total de 3227 muertos o detenidos desaparecidos, sobre 40 mil personas calificadas como víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos. A ello se agrega que más de 250 mil chilenos fueron exiliados y que existieron 1132 centros de tortura y detención a lo largo y ancho del país. Estás son algunas de las cifras que nos recuerdan la magnitud de la represión vivida en Chile durante 6205 días y que son parte de nuestro pasado reciente.
“Yo viví el golpe estando en el liceo y creo que, a 50 años, puedo decir que este es un país de impunidad, creo que la gente sufrió demasiado, ellos, sus familiares y todos los que estuvimos relacionados. Ha sido muy lenta la justicia y veo como en Chile se está instalando el negacionismo, hay gente que justifica”, señaló Cecilia González Jacque, otra de las visitantes al memorial de los Detenidos Desaparecidos.
Clamor por justicia versus negacionismo
A pesar del dolor, del repudio nacional e internacional y del hecho que aún miles de familias continúen buscando a sus abuelos, abuelas, padres, madres, hijos e hijas, en Chile vemos como con total impunidad, autoridades y ciudadanos, se sienten con el derecho a declarar abiertamente su admiración por un dictador como lo fue Augusto Pinochet Ugarte.
A solo metros del memorial a los Ejecutados Políticos, Manuel de 35 años, nos dice “Cuando estaba mi general Pinochet, había justicia, no había robos, no había violaciones, no había asesinatos y la gente podía circular, andar tranquilamente por las calles. yo no había nacido, mis abuelos vivieron el golpe de estado. Lo que yo pienso, en parte hizo lo correcto mi general y en parte no”.
Al igual que en el resto del país, en Coyhaique, las últimas elecciones han mostrado un giro hacia la derecha más extrema, aquella que revindica la figura del mayor asesino de nuestra historia como un estadista, aún cuando las cifras de este oscuro pasaje nuestra historia hablan por sí solas.
“A mi me duele el estomago ver las cosas que están pasando, la contingencia de hoy, me duele el estómago ver esas noticias y digo ‘se están farreando la democracia’. Que alguien hoy se declare como pinochetista es como que la sangre de nuestros familiares no valiera nada, claro que duele. Hoy con las redes sociales todos se expresan ante los delitos, que caiga todo el peso de la ley, pero cuando hablamos de los crímenes de la dictadura, ‘Ah no, ahí no’”, señaló María Erita Vera.
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“Un año más de espera, un año más de decepción”
Desde mediados de los 80, María Erita Vera, comenzó a buscar las pistas que permitían develar qué paso con su padre, Juan Vera Oyarzún. En 1990 puso la primera querella, la que rápidamente fue derivada a la justicia militar sin obtener respuesta. Fue recién en la tercera acción judicial, interpuesta bajo la figura del secuestro permanente, la que logró identificar a los militares y civiles que participaron de su detención, asesinato y posterior desaparición.
“Todo el mundo está conmovido con los 50 años, pero para mi es un año más de espera, un año más de decepción, un poco de impotencia. 30 años atrás, con el retorno de la democracia afloró la esperanza de encontrar a nuestros seres queridos, de que hubiese justicia real y efectiva, y eso no ha ocurrido”, comentó María Erita Vera.
A cinco décadas de la desaparición de su padre lamenta que aún las Fuerzas Armadas no entreguen toda la información que poseen respecto al destino de más de mil personas desaparecidas durante la dictadura, cree firmemente que es momento de poner fin a los secretos y al silencio.
“Es como una herida que uno rasca y vuelve a sangrar, eso me pasa cada 11. Pinochet decía que acá no se movía ni una hoja sin que el lo supiera, entonces queremos las hojas, queremos verlas y queremos que nos ayuden para encontrarlos, para dar con nuestros seres queridos que son más de mil”, concluyó la hija del detenido desaparecido Juan Vera Oyarzún.
Galería Fotográfica “Para NO olvidar”