¿Qué rumbo toma ahora la Democracia Cristiana?

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Por: Marcelo Carrasco Carrasco. Consejero Regional de la región de La Araucanía


En el año 1967, Martin Luther King sentenció: “El progreso humano no es ni automático ni inevitable. El futuro ya está aquí y debemos enfrentar la cruda urgencia del ahora”. Lo hizo en un sermón sobre justicia social que llevaba por título ¿Qué rumbo tomamos ahora: el del caos o el de la comunidad? Hace ya cuatro décadas de ese discurso del reverendo norteamericano y sigue teniendo una actualidad encomiable.

La “cruda urgencia del ahora” nos obliga a movilizar todos los recursos y orientar todos nuestros esfuerzos a que esta situación, nos ayude a transitar de un escenario turbulento, a un escenario de profunda reflexión y articulación, Buscar y encontrar nuestra verdadera identidad, que nos diferencie y que nos posiciones naturalmente en el concepto de Humanismo Cristiano, que nuestros fundadores atesoraron y que apasionadamente difundieron y consagraron en nuestro País.

La política se ha transformado muchas veces en la búsqueda de los problemas de un segmento muy reducido de la sociedad, y una vez que se identifican, lamentablemente se realizan diagnósticos erróneos y luego se aplican remedios equivocados. En resumen, el impacto deseado no tiene nada que ver con el problema identificado.

La partida de Gutemberg Martínez y de Soledad Alvear Valenzuela es una gran pérdida para la Democracia Cristiana, quienes dirigen este partido no fueron capaces de visualizar lo que ocurriría y evitar su partida, aquí me quiero detener sobre todo cuando se dice que somos Humanistas Cristianos y lo menos que nos preocupamos es de las personas.

Gutemberg, Soledad y muchos otros son parte de nuestra historia, ellos en los momentos más difíciles siempre estuvieron y más allá de nuestras legítimas diferencias Políticas, me quedo con su incansable lucha, que ellos dieron por tener una DC con identidad y sin complejos.

La pregunta es ¿Qué sea hecho para que esto no termine? ¿Cuál es la importancia que le dan a las personas en la DC?, ¿Importa su trabajo, su historia, o simplemente es un número más de un padrón, que no tiene alma?

Cuál es el futuro de una colectividad cuando pierde el sentido común de las cosas y le resta importancia a la persona, que componen dicha colectividad de sueños, saberes, historia, transcendencia y porque no decir complicidad en la visión de un país.

El sentido común describe las creencias o proposiciones que se alimentan por la sociedad, llevándonos a definir como “la facultad para orientarse en la vida práctica”

Entonces, cuando el sentido común corre el riesgo de perderse, ello significa, por tanto, que hay un sendero correcto para esté: el de la sensatez. Pero, ¿es posible eso hoy en la DC?


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

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