[Opinión] Minería: Turnos especiales, Contratistas y Mano de obra local

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Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología; y John Pastén D. Ingeniero Industrial, MBA UAI, Certificado AMC Australia, Emprendedor. Integrantes del Hub Desierto de Atacama


La pandemia del COVID- 19 dejará secuelas profundas en la economía, en el ámbito nacional y regional crece el desempleo, el endeudamiento y la precariedad.  El Complejo Industrial, Minero y de Servicios, en la región de Antofagasta, muestra indicadores con luces y sombras, algunas empresas manejando bien la crisis pandémica, promoviendo el teletrabajo en sus colaboradores con mayores riesgos por edad o enfermedades de base, otras evidencian un manejo cuestionable en las medidas para aminorar y mitigar el impacto de la pandemia.

Los cambios de turno de las empresas con jornadas especiales han evidenciado aeropuertos congestionados de trabajadores y contratistas, con largos tiempos de espera, sin las más elementales condiciones sanitarias.

Algunas empresas han mostrado gran respeto por su personal, en otras, incluida la del Estado, la motivación económica ha forzado los sistemas productivos con dramáticas consecuencias para trabajadores y comunidades vinculadas. Esto obligó a las autoridades a reiterar procesos de cuarentena y restricción a las personas en los desplazamientos pendulares hacia sectores industriales.

También es preciso señalar la irresponsabilidad de sectores ciudadanos negligentes que no respetan las normas y salen a espacios con aglomeraciones potenciando el proceso de contagio, especialmente en supermercados y el centro de las ciudades. Es evidente la falta de disciplina, respeto y orden a normas elementales en sectores de la sociedad, lo que denota bajo capital social.

La ciudadanía regional impactada en su empleabilidad, toma consciencia sobre los negativos efectos locales de los turnos especiales en la minería. Se enfatizan las evidencias de las externalidades que generan en la zona las empresas de contratistas foráneas, considerando el nulo aporte a la economía regional y comunal. Emerge el clamor señalando la necesidad de contratar empresas, contratistas y mano de obra regional, que generen algún beneficio compensatorio a la región y sus comunas.

La conmutación laboral está siendo expresamente repudiada, creciendo la idea de vincular faenas, trabajadores y territorio.  Ya se han observado incidentes exigiendo la salida de trabajadores de contratistas foráneos de los poblados y comunidades del entorno a las instalaciones industriales, particularmente en la Provincia El Loa.

En perspectiva, la localización remota con los turnos especiales, el teletrabajo, la Conmutación de Larga Distancia-CLD de trabajadores y contratistas, tendrán consecuencias en los proyectos productivos y la relación con sus entornos, lo que afectará la Licencia Social y la Responsabilidad Social Empresarial. Esto representa un gran desafío en múltiples dimensiones, de cara a eventuales exigencias ciudadanas, políticas y gremiales.

Las empresas utilizan estos sistemas generando externalidades negativas en la zona donde están las faenas y los beneficios se van a otras ciudades en el centro del país.  El Reporte Panorama Regional 2018, elaborado por el Observatorio Laboral Regional (OLAB) estimó que el 15 % del total de ocupados en Antofagasta son conmutados (47.359 personas aproximadamente), trabajan en la región, pero no reside en ella.

Es la proporción más alta del país. Un 52% utilizan sistemas 1/1: 4X4; 7×7, 14×14, y del tipo 2/1 (20×10, 14×7) que representan al 27% de los contratados, según la Dirección del Trabajo. Si consideramos el efecto Multiplicador del Gasto resulta muy negativo para los intereses regionales, esos salarios que dejan de gastarse en la región a consecuencia de la conmutación laboral equivalen a siete veces el valor del Fondo Nacional de Desarrollo Regional. (FNDR año 2020: $ 77.000.000.000).

Además, impacta negativamente en la disminución del Impuesto Territorial, estos trabajadores los pagan en sus regiones de residencia, lo que afecta los ingresos regionales donde están las faenas y la fuente laboral, considerando que el 38% de los impuestos territoriales financia directamente los ingresos propios de la comuna.

Las autoridades políticas de las regiones mineras comienzan a tomar consciencia y a concertar voluntades en: a) Modificar el Código del Trabajo estableciendo un porcentaje máximo del 10% de los trabajadores y requisitos más rigurosos para la jornada excepcional; b) Modificar la gestión territorial y de los suelos fiscales; c) Tributaciones especificas a la mano de obra no local.

Chile enfrenta dos realidades peligrosas: regiones mineras que contribuyen significativamente el Presupuesto Nacional, condenadas a una mala calidad de vida; y, regiones que reciben los beneficios del gasto privado, que representan un Chile imaginario y utópico.

Esto se ve agravado por las gerencias “golondrinas”, contratados por un par de años, con objetivos y plazos acotados, los que hacen lo necesario para cumplirlos, sin ningún compromiso territorial.  Cumplen, reciben su bono y se van a Santiago donde tienen su casa, atrás dejan las externalidades, los costos sociales y los dolores.

También se daña la Identidad Social y Regional, de hecho Chile es líder mundial en minería y sus profesionales son referentes de excelencia global.  Pero, no existe consciencia ni identidad.  Aquello que se identifica con el orgullo de ser minero o trabajador del Ecosistema Industrial Minero y de Servicios de Chile, lo que constituye la relación subjetiva de los individuos con los componentes simbólicos de una región, proceso que genera sentido de pertenencia, compromiso con la actividad y fidelidad con la identidad regional, entendida como un activo social y económico.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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