Por: Bernardita Espinoza V. Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Chile
En estos días en que las demandas femeninas por equidad de género han estado en el ojo del huracán, toda vez que, con fecha 8 de marzo de 2018, se llevó cabo en varias ciudades del mundo una manifestación masiva de protesta por la falta de equidad en las oportunidades, el trato y la dignidad, hago esta reflexión sobre la real situación al respecto en nuestro país.
Mi reflexión es que veo con preocupación que muchos hombres y sobre todo muchas mujeres se oponen a dichos movimientos y demandas, acusando de feminazis a quienes los lideran. Incluso muchas mujeres se muestran inquietas de ser catalogadas como feministas, pues “no es bien visto”, se relaciona con mujeres agresivas, intolerantes y desfachatadas, se relaciona con una búsqueda de privilegios adicionales, discriminación positiva e injusticia, y lo que es más preocupante para ellas: “poco atractivas para los hombres”. Se ve como una reacción exagerada a una situación (el machismo) que ya no existe o se encuentra en retirada.
Falso. El Machismo, sí, el más primitivo y misógino, no solo existe, sino que campea libre, ha sido disfrazado y retirado del vocabulario del discurso público, justamente para mitigar el malestar de las mujeres, y frenar el avance de sus demandas. Pero lidera el discurso privado, la vida cotidiana y la Sociedad. Y no sólo el machismo que frena el acceso a cargos de liderazgo, aquel que duda de nuestras capacidades, compromiso y cualidades de liderazgo, NO, me refiero al machismo más burdo de banalización de la sexualidad femenina.
Ejemplos de salidas de libreto que muestran lo que realmente se piensa y no se dice. Primero, el lamentable incidente de la muñeca inflable en la premiación de la ASEXMA, Segundo, los dichos del Ministro de Economía sobre la calidad de “Campeones” de sus hijos.
En el primer caso, se usa una alegoría al sexo femenino, como instrumento de placer y premio al macho, en este caso, se usa para premiar al Ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, por su desempeño, para que “se relaje”. Una grosera demostración del machismo más primitivo, que se hace públicamente, con participación de presidenciables de opuestos sectores, en dicha cena de empresarios, en la cual, claro está!! la audiencia es mayoritariamente masculina, por razones que ya he explorado en mis Columnas anteriores (Véase “Inexplicable desproporción en la participación de la Mujer”), sin que, en el momento, nadie se extrañe ni ofenda, nadie ni de izquierda, ni de derecha, hasta que se ve la reacción de las redes sociales. Pues cabe señalar, que el machismo está arraigado en nuestra Sociedad sin color político, aunque se trate de culpar a la Derecha y al Empresariado.
En el segundo caso, más reciente, y que motiva esta reflexión, el Ministro ¡¡¡de Educación!!, Gerardo Varela, tilda de “campeones” a sus hijos (ambos jóvenes y solteros) por la relevante cantidad de condones que su accionar sexual requiere. Nuevamente, se ve a sexo, como una hazaña, un reto y un premio para el macho.
Pero de las últimas manifestaciones de machismo, la más triste de todas es la declaración, hace solo unos días, de la Periodista Madalena Grant, que señala “Creo en la Meritocracia, no en el feminismo”. Lo triste de esta declaración es que tilda al feminismo de una búsqueda de privilegios inmerecidos, desconociendo en forma inexplicable, para una periodista, la aplastante realidad de injusticia y falta de equidad que prevalece en nuestro país y en nuestra Sociedad respecto del acceso a las oportunidades, a la valoración, al respeto y a la dignidad.
No existirá una cancha pareja para jugar con las mismas reglas, y las mismas posibilidades de desempeño, de modo que sea posible, realmente hablar de meritocracia, en Chile, mientras siga existiendo en el yo interno de la población, un pensamiento machista misógino, que se maquilla y oculta, pero que, cada cierto tiempo aparece, en boca de nuestros líderes, como en el incidente de la Muñeca de la ASEXMA y de los Campeones del Ministro Varela; pensamiento que sólo se oculta para mantenernos sumisas, contentas y creyentes de logros que estamos muy lejos de obtener.
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